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Fulgencio Batista. |
El 1 de enero de 1959, el dictador Fulgencio Batista huye de Cuba
con más de cien millones de dólares en su equipaje. Escapaba en barco de la
revolución encabezada por Fidel Castro.
Este mulato de orígenes humildes, entre sus antecesores hay españoles, cubanos,
negros y chinos, que gobernó con mano férrea la isla caribeña encontró refugio
en la capital de España, donde fue
enterrado en agosto de 1973 en el cementerio de San Isidro, en un panteón familiar, junto a su hijo.
Antes se había exiliado en la República Dominicana, donde no fue recibido con buenos ojos. Por
eso, decidió mandar a su familia a Portugal,
donde Salazar les ofreció
protección, para poco después seguirles él. Se instaló en la tranquila y
paradisíaca isla de Madeira y más
tarde en Estoril. Aunque donde
encontró su verdadero refugio fue en España,
al abrigo de Franco. Se compró una
vivienda en Madrid y otra en Marbella, donde solía veranear, y donde
la muerte le sorprendió.
En su casa de la capital siguió manteniendo reuniones con
las fuerzas anticastristas y norteamericanas. Precisamente, fue en Madrid donde pudo ver la intentona
anticastrista de Bahía Cochinos.
También fue aquí donde vivió de cerca la tensión de la Crisis de los Misiles en territorio cubano, que enfrentó a Estados Unidos y a la Unión Soviética.
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