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| Un momento de la tumultuosa ceremonia. |
Fue,
en la que la prensa del corazón calificó como “la boda más
famosa de España”, cuando Lola Flores pronunció la
célebre frase “si me queréis, irse”. Lo cierto es que la
responsable de aquel espectáculo trágico-cómico, fue la propia
hija de la cantante. “Toda la gente que realmente quiera a Lolita,
puede entrar en la iglesia. Estáis todos invitados.” Así
respondió Lolita a José María Iñigo, mientras la
entrevistaba en Estudio Abierto el 25 de mayo de 1983. Para
nada podía imaginar que su tan generosa invitación, digna de una
buena folclórica, se iba a convertir tres meses más tarde en la
ceremonia más caótica de su vida.
Los
novios fueron puntuales a la llegada al templo de la Encarnación,
en contra de la tradición gitana, que considera el retraso como una
manera de alargar y asegurar la felicidad del nuevo matrimonio. A las
7.30 horas de la tarde comenzó la misa, previa a la ceremonia, que
fue suspendida tres minutos después de haber comenzado por decisión
del sacerdote navarro Francisco Echamendi, quien ofició la
ceremonia.
Desde
ese momento, en la nave principal de la iglesia se organizó un
auténtico tumulto debido a la acumulación de gente, que rebasaba la
capacidad del templo. Micrófono en mano, el párroco rogó al
público que dejara libre el altar para poder continuar la misa y
celebrar la ceremonia de la boda, pero sus insistentes ruegos no
dieron ningún resultado.
Pasó
el tiempo y Lola Flores estalló finalmente:
"¡Iros. Esto es una vergüenza; qué asco de pueblo!",
gritó con toda sus fuerzas una y otra vez. Nadie se movió y
hubieron de intervenir miembros de la Policía Nacional y
Municipal, avisados por el párroco, que acudieron al templo
con la intención de que continuase la ceremonia, objetivo que
tampoco consiguieron. Eran ya las 8.30 horas cuando los contrayentes
decidieron terminar la ceremonia en la sacristía, a puerta cerrada.
No se permitió la entrada al despacho del párroco ni a la
televisión ni a los 60 fotógrafos que le habían desplazado hasta
Marbella.
Como
consecuencia del gran alboroto, los invitados pasaron prácticamente
inadvertidos. No obstante, entre el público se pudo ver a La
Polaca, Carmen Sevilla, Massiel, Paquita Rico,
Pitita Ridruejo y Carmina Ordóñez, que perdió una
cadena de oro entre los empujones. Terminada la boda, que duró
apenas tres minutos, y con los ánimos más calmados, él nuevo
matrimonio, y más de 600 invitados se fueron a celebrarlo al
restaurante libanés Montazah Al Salemiah, la última moda en
Marbella.
El
menú consistió en un buffet frío, parrillada argentina y
especialidades libanesas. No podía faltar la tarta nupcial, un
monumental rectángulo de dos pisos, cuya confección duró 10 días,
de diferentes sabores y colores, culminada por dos palomas, que
llevaban los anillos entrelazados. Atendían a los invitados 50
camareros y 12 cocineros. El ballet Hollywood 83 amenizaba, en
los jardines del restaurante, la velada.
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