Mastodon Málaga y sus historias: Siglo de Oro
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miércoles, 10 de diciembre de 2025

El pintor barroco Juan Niño de Guevara

 

Juan Niño de Guevara, fue un pintor barroco que nació probablemente en Madrid en 1632, aunque este dato no está confirmado. Su familia se trasladó a Málaga cuando él tenía unos dos años, tras ser nombrado su tío fray Antonio Enríquez de Porres obispo de la ciudad. Allí inició su formación artística alrededor de 1644 en el taller del pintor flamenco Miguel Manrique, discípulo de Rubens, con quien permaneció hasta la muerte del maestro en 1647.


Retrato de Antonio Enríquez de Porres.


Aunque Antonio Palomino de Castro, principal biógrafo de los artistas españoles del Siglo de Oro, afirma que estudió en Madrid con Alonso Cano, los documentos indican que Niño de Guevara residió en Málaga durante su juventud. Sin embargo, sí debió de entrar en contacto con Cano más tarde, probablemente en Granada entre 1651 y 1657, lo que explicaría la fuerte influencia del maestro granadino en su estilo.

Su vida está escasamente documentada, salvo por registros familiares, tuvo catorce hijos y algunos encargos. En 1698 redactó su testamento ya enfermo y sordo, falleciendo poco después en Málaga. Palomino lo consideró un pintor brillante, comparable a Murillo «salvo en la fortuna».

Artísticamente, Niño de Guevara fue uno de los seguidores más directos de Alonso Cano ya que adoptó su composición y dibujo, aunque con un colorido y una monumentalidad influenciados por Manrique. Se conservan en Málaga obras que muestran claramente esta doble influencia, como la Asunción y la Anunciación de la catedral. También imitó modelos de Cano en diversas representaciones de la Virgen. Entre sus trabajos más importantes destaca el ciclo pictórico del Hospital de San Julián, donde muestra una evolución hacia un barroco más dinámico sin perder el idealismo heredado de Cano. Muchas de sus obras se perdieron en los incendios de 1931 y 1936.

lunes, 29 de marzo de 2021

La poetisa del Siglo de Oro

 

Cristobalina Fernández de Alarcón, nació sobre 1576 en Antequera, hija natural, pero reconocida, del escribano público Gonzalo Fernández Perdigón, quien le dejó en herencia la quinta parte de todos sus bienes, según testamento otorgado el 6 de mayo de 1597. Su familia era pudiente y su tía Beatriz de Rivera pudo dispensarle una excelente educación gramatical y latina con preceptores como Bartolomé Martínez y Juan de Aguilar, de forma que pasó a formar parte del colectivo femenino de humanistas que Quevedo llamó despectivamente "hembrilatinas", junto con Luisa Sigea, Francisca de Nebrija, Luisa de Medrano y Beatriz Galindo, entre otras; dentro del grupo fue la poetisa más importante e influyente.


Cristobalina Fernández de Alarcón.


El 10 de febrero de 1591 contrajo matrimonio con el comerciante malagueño Agustín de los Ríos en la iglesia de Santa María, del que enviudó en 1603, sin descendencia. El 28 de julio de 1606 contrajo sus segundas nupcias con el estudiante de ascendencia portuguesa Juan Francisco Correa, con quien tuvo cuatro hijos.


Aparentemente sostuvo una relación platónica con el poeta de la Escuela antequerano-granadina Pedro de Espinosa, que le inspiró su Canción amorosa y que aparece en sus versos con el nombre de Crisalda. Despechado tras el segundo matrimonio de la escritora, Pedro De Espinosa se hizo sacerdote y se retiró a la ermita de la Magdalena. Con su segundo marido vivió en Estepa (Sevilla) entre 1614 y 1616, trabajando para el marqués de Estepa. Tras enviudar por segunda vez regresó a Antequera con una de sus hijas.


De su abundante obra, solo han subsistido quince poemas. Cultivó temas religiosos y místicos, pero también los profanos, ganando numerosos premios en justas y certámenes poéticos con sonetos, quintillas y comedias en verso, lo que le valió las críticas airadas de Francisco de Quevedo y de Luis de Góngora. Sin embargo, cuando Lope de Vega llegó a Antequera en 1602, la visitó y la alabó como la “musa antequerana” o la “sibila de Antequera” en su Laurel de Apolo. En 1615 escribió su poema más famoso para celebrar la beatificación de Santa Teresa de Jesús, premiada en unas justas poéticas en Córdoba en 1616. Falleció el 16 de septiembre de 1646 y está sepultada en la parroquia de San Sebastián de su ciudad natal.