Mastodon Málaga y sus historias: Tomás Heredia
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martes, 11 de junio de 2024

Hacienda Nadales

 

La hacienda era conocida originariamente como Hacienda Nadales o de Aguirre, aunque posteriormente se denominó de San José. Desde el siglo XVIII pasó por distintas manos, de la misma forma que varió su extensión y límites a lo largo de los años como consecuencia de las sucesivas particiones testamentarias.


Hacienda Nadales.


Los primeros propietarios de los que existe constancia fueron el matrimonio formado por Miguel Ordóñez Barrientos y Ana María Natera y Zea, quienes la mantuvieron en su poder hasta el año 1761 cuando pasó a manos de sus herederos. Entre 1864 y 1868, entró en escena Tomás Heredia Livermore, quien compró prácticamente todos los lotes en que se dividió la propiedad.

Con su compra, Tomás Heredia pasaba a poseer dos haciendas con el mismo nombre: Hacienda de San José. La primera de ellas, la que había heredado de su padre, la segunda, la hacienda de la que aquí se habla, y que cuando la adquirió ya estaba prácticamente configurada tal y como se conocería treinta años después, al efectuarse la partición de los bienes de Tomás Heredia tras su muerte en 1893.

Tomás Heredia Livermore y su mujer, Julia Grund, encargaron el diseño de una gran casa-palacio al arquitecto Antonio Cipolla, uno de los más célebres de la recién unificada Italia. En 1870 Cipolla proyectó un edificio inspirado en los palacios renacentistas italianos que tan bien debía conocer, siguiendo el gusto historicista y neoclásico que imperaba por aquellos años.

El palacio es un edificio con planta en forma de H. El eje de simetría lo define la capilla u oratorio, mientras que los alzados se encuadran claramente en los esquemas del clasicismo romántico.

En su distribución originaria la vivienda constaba de dos plantas y un ático, si bien en su interior ha sufrido modificaciones a lo largo de los años. La última de ellas en 1980, cuando fue reformada por el arquitecto César Olano, que le añadió dos plantas más, constando ahora mismo de bajo, entresuelo, dos pisos y ático. Rodeando al palacio se encuentra uno de los mejores ejemplos de jardín paisajista de España, no sólo por la flora subtropical que conserva, sino también por el profuso mobiliario y espacios de recreo que posee, tales como pérgolas, bancos, albercas, estanques, puentes, estatuas, fuentes y cenadores.

En el último tercio del siglo XIX, los negocios de la Casa Heredia comenzaron a atravesar graves dificultades. La producción de hierro, que tanta riqueza les había proporcionado, no conseguía hacer frente a la siderurgia del norte, que competía muy fuerte una vez superadas las guerras carlistas. Llegaba el declive de la familia que, junto con otros bienes, hipotecó la hacienda para tratar de conseguir liquidez económica que reflotara sus negocios. Sin embargo, las previsiones no se cumplieron y, tras la muerte de Tomás Heredia en 1893 y de Julia Grund en 1903, la propiedad pasó a los Larios, autores de los préstamos concedidos a los Heredia.

De los Larios la finca pasó en 1912 a un empresario de origen francés llamado Enrique Jonqueres, periodo durante el que parece que estuvo bastante descuidada. Finalmente, en 1922, fue vendida a una sociedad vinculada a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.

La casa-palacio y los jardines históricos retomaron su antiguo nombre de Hacienda Nadales al comenzar a ser gestionados por la empresa por Esca Catering, que en la actualidad ofrece un lugar privilegiado para celebraciones.

lunes, 5 de febrero de 2024

Café de la Maestra

 

En abril del año 1951 cierra sus puertas el Café de la Maestra, un histórico local que había comenzado a funcionar, al parecer, en 1880, que estaba enclavado en los números 18 y 20 de la calle Tomás Heredia, antes calle Pescadería y que durante su andadura se anunciaba en la prensa local resaltando sus excelentes tapas y los vinos finos.


Café de la Maestra.


Era un café típico y de los más concurridos de Málaga que por su cercanía a El Perchel y su ambiente de barrio marinero creado por los pescadores que allí acudían a tomar café o a apurar una copa, además de cocheros, tratantes, los de paso hacia el barrio y juerguistas trasnochadores, por la madrugada, a terminar las borracheras.

Según escribía el historiador local Antonio Ruiz, fue una moda del señorito flamenco acabar allí las juergas de La Caleta llevando a las mujeres y cantaores al Café de la Maestra, a beber aguardiente y llenar el coche de pescado y verduras, o comprar un rabo de toro para guisarlo en una venta.