La hacienda era conocida originariamente como Hacienda Nadales
o de Aguirre, aunque posteriormente se denominó de San
José. Desde el siglo XVIII pasó por distintas manos, de la
misma forma que varió su extensión y límites a lo largo de los
años como consecuencia de las sucesivas particiones testamentarias.
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| Hacienda Nadales. |
Los primeros
propietarios de los que existe constancia fueron el matrimonio
formado por Miguel Ordóñez Barrientos y Ana María Natera
y Zea, quienes la mantuvieron en su poder hasta el año 1761
cuando pasó a manos de sus herederos. Entre 1864 y 1868,
entró en escena Tomás Heredia Livermore, quien compró
prácticamente todos los lotes en que se dividió la propiedad.
Con su compra, Tomás
Heredia pasaba a poseer dos haciendas con el mismo nombre:
Hacienda de San José. La primera de ellas, la que había
heredado de su padre, la segunda, la hacienda de la que aquí se
habla, y que cuando la adquirió ya estaba prácticamente configurada
tal y como se conocería treinta años después, al efectuarse la
partición de los bienes de Tomás Heredia tras su muerte en
1893.
Tomás Heredia
Livermore y su mujer, Julia Grund, encargaron el diseño
de una gran casa-palacio al arquitecto Antonio Cipolla, uno de
los más célebres de la recién unificada Italia. En 1870
Cipolla proyectó un edificio inspirado en los palacios
renacentistas italianos que tan bien debía conocer, siguiendo el
gusto historicista y neoclásico que imperaba por aquellos años.
El palacio es un
edificio con planta en forma de H. El eje de simetría lo define la
capilla u oratorio, mientras que los alzados se encuadran claramente
en los esquemas del clasicismo romántico.
En su distribución
originaria la vivienda constaba de dos plantas y un ático, si bien
en su interior ha sufrido modificaciones a lo largo de los años. La
última de ellas en 1980, cuando fue reformada por el arquitecto
César Olano, que le añadió dos plantas más, constando
ahora mismo de bajo, entresuelo, dos pisos y ático. Rodeando al
palacio se encuentra uno de los mejores ejemplos de jardín
paisajista de España, no sólo por la flora subtropical que
conserva, sino también por el profuso mobiliario y espacios de
recreo que posee, tales como pérgolas, bancos, albercas, estanques,
puentes, estatuas, fuentes y cenadores.
En el último tercio
del siglo XIX, los negocios de la Casa Heredia comenzaron a
atravesar graves dificultades. La producción de
hierro, que tanta riqueza les había proporcionado, no conseguía
hacer frente a la siderurgia del norte, que competía muy fuerte una
vez superadas las guerras carlistas. Llegaba el declive de la familia
que, junto con otros bienes, hipotecó la hacienda para tratar de
conseguir liquidez económica que reflotara sus negocios. Sin
embargo, las previsiones no se cumplieron y, tras la muerte de Tomás
Heredia en 1893 y de Julia Grund en 1903, la propiedad
pasó a los Larios, autores de los préstamos concedidos a los
Heredia.
De los Larios
la finca pasó en 1912 a un empresario de origen francés llamado
Enrique Jonqueres, periodo durante el que parece que estuvo
bastante descuidada. Finalmente, en 1922, fue vendida a una sociedad
vinculada a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.
La casa-palacio y
los jardines históricos retomaron su antiguo nombre de Hacienda
Nadales al comenzar a ser gestionados por la empresa por Esca
Catering, que en la actualidad ofrece un lugar privilegiado para
celebraciones.