Mastodon Málaga y sus historias: Alameda
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jueves, 2 de octubre de 2025

La Fonda de Oriente

 

En el siglo XVIII las fondas se definían como «la casa donde se da alojamiento, de comer y beber, y en donde se venden licores generosos, café, té y bebidas heladas». Es decir, una fonda a finales del siglo XVIII era un establecimiento de cierta categoría en el que se ofrecían servicios muy determinados. A principios del siglo XIX la gran novedad en el sector del alojamiento malagueño fueron las fondas, establecimientos de origen francés que, en aquellos momentos, representaban la modernidad y el confort.


Edificio donde se ubicaba La Fonda.


Según el historiador Víctor Heredia las fondas respondían a las nuevas exigencias de la burguesía como clase ascendente y ofrecían una mejor atención que las hospederías tradicionales. Representaban la modernidad y el confort y fueron el antecedente directo de los hoteles de nuestros días. Las fondas introdujeron la «mesa redonda», servicio que se ofrecía a determinadas horas para la comida en común de los huéspedes del local.

La Fonda de Oriente, regida por una sociedad formada por el suizo Carlos Brunetti y el francés Pedro Gassend, estuvo emplazada inicialmente en el número 11 de la Alameda. Posteriormente, cuando estaba a cargo exclusivamente de Pedro Gassend, se trasladó a la acera de enfrente de la misma Alameda, al actual número 8, en el edificio que antes pertenecía a la Comandancia de la Marina, contando con una plantilla compuesta por un cocinero, dos sirvientes y cuatro criadas.

Hans Christian Andersen, célebre escritor danés que es recordado con una escultura en la Plaza de la Marina, durante su estancia en Málaga se hospedó en la Fonda de Oriente, un edificio que aún existe y que en su vestíbulo tiene colgada una placa como homenaje al escritor que hasta, según diversa documentación, deseó ser enterrado en la capital malagueña. La Fonda cerró sus puertas en 1878.

viernes, 16 de diciembre de 2022

El Tempranillo, el Robin Hood de los montes (y II)

 

En la entrega anterior se describió el origen de la mítica figura de el tempranillo y sus primeras andanzas como bandolero. Pasan los años y el bandolero sigue haciendo de las suyas. Los labradores de los términos de Antequera, Archidona, Alameda, Benamejí, Osuna, Morón, Ronda, entre otras localidades, canalizan sus denuncias y presiones a través de las autoridades locales, que no disponen de medios humanos ni económicos para erradicar la violencia y la extorsión en sus respectivos municipios. A su vez, las justicias locales enviaban sus quejas a los capitanes generales, que dispusieron diversas medidas para tal fin, tales como un control muy riguroso de los movimientos de la población, la emisión de órdenes a los corregidores que autorizaban el uso de armas, el envío de tropas de infantería y caballería de voluntarios realistas o incluso del ejército, gratificaciones y recompensas para los que aprehendiesen o facilitasen información tendente a la captura de malhechores.


Panorámica de Alameda.


Pero José María Hinojosa obtuvo el indulto del rey tras un proceso de negociación que se dilató durante meses hasta concluir en junio de 1832. Quedando constancia del mismo en varios documentos oficiales como pasaportes, o actas del Consejo de Ministros. A la amnistía se acogieron todos los miembros de la partida, unos 40 hombres.

El indulto supuso un cambio radical para “el Tempranillo”, ya que pasó de ser prófugo de la justicia a contribuir a La represión de la delincuencia. Murió un año después, el 22 de septiembre de 1833. Hay varias versiones sobre cómo se acabó su aventura, algunas fuentes señalan que el día de su fallecimiento José María cabalgaba junto a algunos de sus compañeros. Unos ladrones que se encontraban por la zona de Buenavista, a 2 kilómetros de Alameda, ocultos en un cortijo, ven como “el Tempranillo” y los suyos mandan registrar la finca, por lo que abren fuego. Un disparo hiere de gravedad a uno de sus hombres, y dos balas alcanzan a Hinojosa, que no tiene tiempo de reaccionar.

Los forajidos escapan y la cuadrilla traslada a su líder a un mesón, la Posada de San Antonio de Alameda. Pese a ser atendido, las heridas son mortales, por lo que pide redactar su testamento y la asistencia de un sacerdote. Según otras fuentes, la muerte de “el Tempranillo” no fue accidental, sino que respondía a un acto perpetrado con intención por algunos bandoleros que no aceptaron su repentino cambio de vida.

Los meses que van desde su indulto hasta su muerte, se le relaciona con Richard Ford, viajero inglés con quien entabló amistad; o John Frederick Lewis, quien le inmortalizara en un retrato realizado en los primeros meses de 1833. Actualmente, los restos de Hinojosa descansan en el patio interior de la Iglesia de la Inmaculada Concepción, en Alameda, municipio en el que pasó gran parte de su vida.



jueves, 15 de diciembre de 2022

El Tempranillo, el Robin Hood de los montes (I)

 

La vida de José María Hinojosa CobachoEl Tempranillo”, puede ser la historia del más conocido bandolero andaluz. A nuestros días han llegado multitud de aventuras e informaciones sobre su carácter y rasgos generosos, que encajan a la perfección con el bandolerismo romántico.


Retrato de 'el Tempranillo' realizado por John Lewis.


El tempranillo nació 21 de junio de 1805, en Jauja, una pedanía de Lucena (Córdoba), que fue el lugar donde creció, en un contexto económico y social difícil. Según sus biógrafos, este personaje fue el prototipo de bandido generoso que roba a los ricos para entregarlo a los pobres por lo que su figura se convirtió en un mito y, como tal, aparece en romances, coplas, pliegos de cordel, folletines, novelas, biografías.

Su fama traspasó fronteras y sus andanzas fueron conocidas en Inglaterra, Francia, Holanda y Estados Unidos, e hicieron correr ríos de tinta de la mano de escritores y periodistas extranjeros como Richard Ford, Prosper Merimée, Théophile Gautier o Adolfo Custine, entre otros.

Con 15 años, el que se puede considerar un auténtico Robin Hood, en la romería de San Miguel, celebrada en su pueblo natal tuvo lugar una reyerta en la que el joven Hinojosa venció a su oponente cuando salieron a relucir las navajas, un suceso que terminó en asesinato, castigado con la pena muerte, por lo que, en una decisión rápida y fugaz, el adolescente, sin vinculación con el delito hasta entonces se lanzó a la sierra que tanto conocía para convertirse en bandolero.

De sus primeros años como delincuente se conoce que estuvo largas temporadas en la Serranía de Ronda, donde se le atribuyen acciones de contrabando con Gibraltar, actividad que proporcionaba ingresos adicionales en las pobres economías de muchos habitantes de la zona sur de las provincias de Córdoba y Sevilla y la del norte de Málaga.

En muy poco tiempo forma una banda a la que acuden otros forajidos como Juan Caballero Pérez, alias 'el Lero', natural de Estepa; José Ruiz Germán, alias 'el Venitas', natural de Badolatosa; y Francisco Salas, alias 'el de la Torre', concuñado de Hinojosa. La principal vía de ingresos de la banda era el asalto y robo de viajeros por los caminos de la sierra. Aunque su partida se caracterizó por eludir los procedimientos violentos, siendo el objetivo de sus asaltos exigir tributo a los viajeros, quedando exento de cualquier tipo de daño quien lo pagase o hubiese pagado con anterioridad.

Los años comprendidos entre 1828 y 1832 son los más importantes en su actividad bandolera. Escapando una y mil veces de la justicia, a pesar de tener precio su cabeza.

Próxima entrega: El Tempranillo, el Robin Hood de los montes (y II)

viernes, 1 de febrero de 2019

Semáforos para la Alameda

Málaga está a punto de convertirse en 1959 en una ciudad de más de 300.000 habitantes, lo que origina importantes problemas de tráfico en el centro que exigen nuevas soluciones.

Los primeros semáforos regulan el tráfico de la Alameda. Foto: Sur.
El Ayuntamiento decide instalar semáforos en la zona de la Alameda, que entran en servicio el día 8 de abril de 1959. Dos días después en la reunión de la permanente municipal se acordó felicitar a los malagueños por la disciplina con que habían acogido el nuevo servicio.

El 17 de julio la regulación semafórica llega también a la calle Larios, que estrena asimismo una nueva acera construida con mármol de Carrara de color gris, verde y crema. Su presupuesto se eleva a 2.421.000 pesetas.