Mastodon Málaga y sus historias: garrote vil
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martes, 19 de marzo de 2024

Las ejecuciones de Rumi y Mateos

 Una vez más, gracias a una de la noticias recogidas en las Efemérides malagueñas de Narciso Díaz Escovar, es posible acceder a episodios de la Historia de Málaga que no son conocidos para la mayoría de los malagueños.


Cauce del Guadalmedina a principios del siglo XX. Archivo: UMA.


El día 5 de junio de 1832, frente a la calle de la Puente, fueron agarrotados en el Guadalmedina, los liberales Juan José Rumi, catedrático del Colegio de Santiago de Granada; José Mateos y Antonio Román Alvarez. Este último murió impenitente y fue enterrado en las playas del Castillo de San Carlos, en un hoyo muy profundo, para evitar que lo desenterrasen los animales.

Hay que señalar que en opinión de algunos historiadores la figura de Torrijos ha oscurecido para la historia a otras personalidades liberales que como él murieron ajusticiados por el absolutismo, entre ellos Juan José Rumi y José Mateos.

Algunos historiadores consideran a Rumi como autor de un intento de sublevación de los presidios de África. Debido a los sucesos de Granada se refugiaron los ya citados en Málaga siendo capturados cuando disfrazados de moros se hallaban en un barco surto en el puerto. Sus causas fueron remitidas a la Cancillería de Granada y en los últimos días del mes de mayo la sentencia llegó a las autoridades malagueñas.

El 5 de Junio tras solicitar sus creencias religiosas fueron agarrotados en el cauce del Guadalmedina. Sus cuerpos quedaron expuestos todo el día a fin de ser vistos por el público.

En 1855 el Ayuntamiento Constitucional colocó sus restos en el Cementerio de San Miguel. En el monumento que Granada levantó a su heroína Mariana Pineda está inscrito el nombre de Rumi como honra de la libertad. Por otra parte, la inscripción que figura en el Ayuntamiento de Málaga dice: «El Ayuntamiento Constitucional de 1885 a la memoria de D. Juan José Rumi y D. José Mateos. Murieron víctimas de su amor a la libertad». 

lunes, 15 de marzo de 2021

El bandolero que fue ejecutado y descuartizado en la plaza de la Merced

 

En 1838 es detenido uno de los bandoleros más buscado en ese momento, Antonio Arce Cabello, de 29 años de edad y perteneciente a la partida de los ‘Toscanos’ que actuaba en la comarca de la AxarquíaConducido a Málaga, fue juzgado el 25 de enero por un consejo de guerra por los delitos de robos, asesinatos y violaciones. La sentencia no se hizo esperar y fue condenado a muerte en garrote vil con “descuartizamiento del cadáver”.


Plaza de Riego. Foto: Louis Agel (AHPM).


Un suceso fue recogido en el libro “Efemérides de Málaga y su provincia”, escrito por Díaz Escovar y Díaz Serrano y editado en 1915 en la imprenta de La Unión Mercantil, que contiene una minuciosa recopilación de hechos que tuvieron como escenario Málaga y su provincia entre los siglos XV y XIX.


El día 5 de febrero, se ejecutaba la pena de garrote en la Plaza de Riego, ahora Plaza de la Merced, contra el reo Antonio Arce. El preso había sido conducido desde la cárcel por las calles del Postigo de Arance, Carretería y Alamos hasta el tablado que se levantó frente a la iglesia de Santa Ana, en donde se agolpaba una gran multitud. Escoltó al reo una compañía militar y varios sacerdotes. Arce montaba sobre un burro que conducía el verdugo Francisco Pita. De trecho en trecho, el pregonero daba cuenta de la sentencia.


A las 11 en punto de la maña se cumplía la sentencia. El cuerpo de Antonio Arce quedó expuesto allí mismo todo el día. Por la tarde, el mismo verdugo descuartizó el cadáver, separó la cabeza del tronco, que preparó con sal y colocó en una espuerta, los brazos por los hombros y las piernas por los muslos.


El hermano mayor de la cofradía de La Caridad se hizo cargo del tronco del reo y lo trasladó al Hospital de San Julián para darle sepultura. Los brazos, las piernas y la cabeza las llevó, en depósito, el verdugo al Hospital de San Juan de Dios, donde el capellán se negó a recibirlos, por lo que fueron trasladados a la cárcel, donde el alcaide tampoco quiso quedarse con los restos, alegando que él guardaba “vivos y no muertos”.


Fue el propio verdugo el que tuvo que llevárselos a su casa hasta que fueron trasladados al lugar destinado a su exposición clavados en unos hierros. Los brazos y las piernas se expusieron en los caminos de Vélez y Torrox y la cabeza en la Plaza Mayor de Sedella, lugar de nacimiento del reo.