Mastodon Málaga y sus historias: El bandolero que fue ejecutado y descuartizado en la plaza de la Merced

Publicidad

lunes, 15 de marzo de 2021

El bandolero que fue ejecutado y descuartizado en la plaza de la Merced

 

En 1838 es detenido uno de los bandoleros más buscado en ese momento, Antonio Arce Cabello, de 29 años de edad y perteneciente a la partida de los ‘Toscanos’ que actuaba en la comarca de la AxarquíaConducido a Málaga, fue juzgado el 25 de enero por un consejo de guerra por los delitos de robos, asesinatos y violaciones. La sentencia no se hizo esperar y fue condenado a muerte en garrote vil con “descuartizamiento del cadáver”.


Plaza de Riego. Foto: Louis Agel (AHPM).


Un suceso fue recogido en el libro “Efemérides de Málaga y su provincia”, escrito por Díaz Escovar y Díaz Serrano y editado en 1915 en la imprenta de La Unión Mercantil, que contiene una minuciosa recopilación de hechos que tuvieron como escenario Málaga y su provincia entre los siglos XV y XIX.


El día 5 de febrero, se ejecutaba la pena de garrote en la Plaza de Riego, ahora Plaza de la Merced, contra el reo Antonio Arce. El preso había sido conducido desde la cárcel por las calles del Postigo de Arance, Carretería y Alamos hasta el tablado que se levantó frente a la iglesia de Santa Ana, en donde se agolpaba una gran multitud. Escoltó al reo una compañía militar y varios sacerdotes. Arce montaba sobre un burro que conducía el verdugo Francisco Pita. De trecho en trecho, el pregonero daba cuenta de la sentencia.


A las 11 en punto de la maña se cumplía la sentencia. El cuerpo de Antonio Arce quedó expuesto allí mismo todo el día. Por la tarde, el mismo verdugo descuartizó el cadáver, separó la cabeza del tronco, que preparó con sal y colocó en una espuerta, los brazos por los hombros y las piernas por los muslos.


El hermano mayor de la cofradía de La Caridad se hizo cargo del tronco del reo y lo trasladó al Hospital de San Julián para darle sepultura. Los brazos, las piernas y la cabeza las llevó, en depósito, el verdugo al Hospital de San Juan de Dios, donde el capellán se negó a recibirlos, por lo que fueron trasladados a la cárcel, donde el alcaide tampoco quiso quedarse con los restos, alegando que él guardaba “vivos y no muertos”.


Fue el propio verdugo el que tuvo que llevárselos a su casa hasta que fueron trasladados al lugar destinado a su exposición clavados en unos hierros. Los brazos y las piernas se expusieron en los caminos de Vélez y Torrox y la cabeza en la Plaza Mayor de Sedella, lugar de nacimiento del reo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario