Mastodon Málaga y sus historias: metalurgía
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jueves, 4 de abril de 2024

La fundición La Esperanza

 

La fundición La Esperanza, fundada por el inglés Ruperto Heaton y asociado con Bradbury, abrió sus puertas en 1870 y no cerró hasta los años sesenta del siglo XX. Estaba ubicada en el barrio de Huelin en un llano próximo al sector de la actual calle Princesa.


Anuncio publicitario de la fábrica de Heaton.

La presencia de la familia Heaton en Málaga, procedente de Bolton (Gran Bretaña), se remonta a las primeras décadas del siglo XIX, cuando el primer Ruperto Heaton, ingeniero industrial de profesión, atraído por la pujanza que registraba Málaga en las décadas cincuenta y sesenta del siglo XIX, decide instalarse en la capital malagueña.

Desde sus inicios los citados talleres se especializaron en la fabricación de molinos aceiteros, fábricas de extracción de aceites de orujo y refinerías de aceites, con el objeto de cubrir la fuente demanda que se está produciendo en los molinos aceiteros, provocada por la necesidad de producir un aceite de gran calidad apto para el consumo humano, tanto por parte del mercado nacional como internacional. Por estas fechas consiguen registrar distintas patentes de su invención.

Además en La Esperanza se fabricaban máquinas de vapor, calderas horizontales y verticales y bombas de vapor con acción directa de doble efecto.

A mediados de la década de los ochenta, separado ya de su socio, aparece en la publicidad de la época como La Esperanza de Ruperto Heaton.

Durante los años de la Guerra Civil, la factoría fue militarizada, dedicando la producción a proyectiles de mortero de mediano calibre. Tras su cierre en los años 60 del siglo XX sus naves fueron alquiladas a los talleres Taillefer.

lunes, 22 de abril de 2019

Huelga en los Altos Hornos de Málaga

Apenas tres meses después de la reapertura de la antigua fábrica del Martinete por la Sociedad Minero-Metalúrgica de Málaga, con capacidad para producir 150 toneladas diarias de hierro, se inicia una huelga el 11 de agosto de 1916.

Acto de reapertura de la fábrica del Martinete. Foto: Sur.
El motivo de la protesta estaba en los malos tratos infligidos por el capataz a varios trabajadores, así como la decisión de que las carretas cargadas fuesen arrastradas sólo por un obrero en lugar de dos, como venía haciéndose hasta entonces.

No obstante, sólo 270 trabajadores de distintos talleres secundaron el conflicto debido a las discrepancias entre anarquistas y socialistas. Mientras la CNT mantenía el criterio de "ir a la huelga por la huelga", los socialistas optaban por desencadenar únicamente aquellas movilizaciones cuyos objetivos pudieran alcanzarse.

Este planteamiento dejó solo al anarquismo al frente de la protesta, y además impidió que éste se extendiera a otros centros de trabajo a la vista de que en Altos Hornos de Málaga solo secundaban el paro algunos operarios de ajuste, calderería, tornería, fragua y albañilería. Ocho días después terminó el conflicto.

La empresa, con necesidades de optimizar el rendimiento para satisfacer la demanda, aceptó la condición de readmitir a todos los huelguistas despedidos.