Mastodon Málaga y sus historias: niñas
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viernes, 5 de septiembre de 2025

Las ‘colilleras’

 

El Asilo de Jesús, María y José, llamado vulgarmente “las colilleras”, fue fundado en 1899 por Francisca de Tovilla, con la intervención del jesuita Marcelino Barrantes, para recoger, mantener y educar cristianamente a las jóvenes abandonadas por sus padres o huérfanas y que se dedicaban a coger colillas.


Interior de la Parroquia de la Milagosa en la actualidad.


Con esta institución benéfica la dama malagueña pretendía paliar la situación de “esas niñas abandonadas de sus padres o huérfanas, que se dedican a coger colillas y que se prestan a cuanto malo de ellas se exige”. Cuidaban del asilo las Hermanas de la Caridad y lo protegía una junta de señoras. No cabían más de 38 niñas, y hacían trabajos de costura para ayudar al asilo.

Estaba situado en calle Mariscal, 22. Las normas de ingreso eran muy restrictivas, tenían que ser niñas entre los seis y los doce años que se habían dedicado a recoger colillas. Las internas se destinaban al servicio doméstico y el régimen de vida interior era prácticamente carcelario y que no dejaba de ser un “correccional de niñas y adolescentes revestido con un tinte de religiosidad y caridad cristiana. Buena prueba de ello lo constituye el hecho de que la mayor parte de las ingresadas venían directamente remitidas por la policía.

Los siguientes requisitos figuraban en las normas de ingreso: «Que sean colilleras: si no lo son, no se las admite; pues para las demás niñas abandonadas, hay otros asilos que paga la Diputación Provincial; que estén dispuestas a obedecer a las Hijas de la Caridad, que son las que enseñan y educan; las que soliciten la entrada, sin ser obligadas por la policía, deben presentar la fe de bautismo. No se admiten las colilleras que tengan más de doce años, ni las de menos de seis cumplidos. A las primeras, porque siendo mayores de dicha edad es casi imposible enderezarlas, como se ha visto por experiencia; y a las segundas, porque, siendo muy pequeñas, no saben siquiera vestirse, como se ha experimentado; la que sale una sola vez (a no ser por enfermedad) no vuelve a ser admitida, por nada ni por nadie, lo mismo que la que se escapase. Si alguna fuese incorregible y perjudicial a las demás, será expulsada por la superiora del asilo».

En el Asilo, la vida estaba totalmente imbuida de prácticas religiosas, ocupando un lugar muy secundario la formación cultural y profesional. Funcionó como colegio hasta principios de los años 60. En 1942 obtuvo la categoría de “Nacional” y en 1956 continuaba en funcionamiento y recibió una subvención del Ministerio de Educación Nacional de 14.643,40 pesetas. Lindaba con el colegio de «San Juan de Dios La Goleta», también de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, y en los años 60 sus instalaciones acabaron anexionándose a dicho colegio. En 1968, un derrumbe en el suelo del asilo causó un incidente trágico.

Entre 1972 y 1977 las Hijas de la Caridad cedieron las instalaciones del colegio a la Parroquia de la Virgen Milagrosa y San Dámaso Papa que no contaba con templo propio. En 1977 se declaró el edificio en estado de ruina. Llegó a tener 300 alumnas internas.

No hay que olvidar que en esa época la falta de escolarización y la pobreza ocasionaba que muchos niños y niñas vivieran casi abandonados en la calle. Es frecuente encontrar referencias a este problema en la prensa de la época. El Inspector de Sanidad J. Rosado explicaba el problema de las niñas colilleras con estas palabras: «…a todas horas del día pueden verse en las calles…, niñas pequeñas, cuya edad varia entre los siete y doce años, desde el atardecer hasta las veinticuatro es cuando (…) dan la jornada recia, acompañadas por la madre, la abuela, la tía o la ‘industrial’ que las contrata (…)


lunes, 6 de junio de 2022

Las escuelas de ‘migas’

 

Hasta mediados del siglo XVIII en Málaga, como en el resto del país, la enseñanza no se consideraba un servicio público y el analfabetismo alcanzaba al 90 por ciento de la población. Los centros escolares eran muy escasos y prácticamente inexistentes en los pueblos.


Alumnos de una escuela de 'migas' en la playa de El Bulto.


Según el Reglamento para Catedráticos, Maestros y Ayudantes redactado en 1768 la educación se dividía en cuatro niveles formativos, en el primero se encontraban las escuelas de Amigas o “migas”, término popular por deformación de amiga, en las que una señora, soltera o viuda, cuidaba en su propia casa de niñas menores de cuatro años, a veces también se recogían niños, y les proporcionaba unos mínimos conocimientos de catecismo y urbanidad, aunque sin control de la calidad de la enseñanza ni de la formación de las maestras por parte de las autoridades.

No hay que olvidar que entre las clases populares de la población se constataba un cierto desinterés por la educación de las hijas. Incluso se consideraba por parte de los padres que esta formación elemental podía ser perniciosa para las mismas niñas, distrayéndoles de otras ocupaciones domésticas entre las que se incluía el aprendizaje de las labores “características de su sexo”.

Pero volviendo a las escuelas de ‘migas’, estas eran especie de guarderías a las que acudían las niñas más pequeñas. Parvularios regentados por señoras solteras o viudas que contaban con la autorización de las autoridades municipales. Una solución al problema de la escasez de escuelas. A menudo las escuelas de amigas eran los únicos centros escolares que conocían las mujeres a lo largo de su vida. En las insuficientes escuelas de instrucción primaria para niñas que existían las pequeñas adquirían unas nociones elementales de lectura, escritura, aritmética, doctrina cristiana y diversas labores consideradas femeninas.

El obispo Manuel Ferrer y Figueredo sostuvo a finales del siglo XVIII en Málaga dos “migas” en los barrios de la Trinidad y de la Victoria, en las que además se repartían alimentos de forma gratuita. También se exigía a las mujeres que impartían enseñanza en las "migas" que fueran personas de "sangre limpia", y entre los requisitos mínimos se mencionaba el "tener conocimientos de las oraciones y de la doctrina cristiana" solamente.


Fuente documental: Heredia Flores, Victor M. La mirada recuperada. Memoria de mujeres en las calles de Málaga.

lunes, 18 de enero de 2021

Hundimiento en el colegio de las Carmelitas

El 17 de octubre de 1968 se produce un derrumbamiento en el colegio de las Carmelitas en el Limonar que provoca la muerte de tres niñas y numerosas heridas. Un dramático suceso que ocurrió madrugada y en el que se hundió una nave del primer piso en la que en aquellos momentos dormían alrededor de 40 niñas, que cayeron entre los escombros sobré la planta baja.


Uno de los dormitorios del colegio en esa época.


Según la información recogida por el diario La Vanguardia, era de suponer el pánico que se desató entre las religiosas y alumnas de la institución, que a esa hora dormían tranquilamente. Fueron los vecinos de casas colindantes al colegio los primeros en advertir la tragedia y por ello se lanzaron rápidamente a iniciar unos las tareas de salvamento y otros a avisar a los bomberos, casas de socorro y hospitales para que estuvieran dispuestos a recibir a las víctimas, ya que en los primeros momentos se desconocía el alcance del siniestro.


Rápidamente acudieron los bomberos y varias ambulancias para recoger a las niñas que eran extraídas tras una labor verdaderamente angustiosa, puesto que la masa de escombros y muebles, era verdaderamente enorme. Por todos lados se oían sollozos y gritos, hasta el extremo de que los que estaban realizando las tareas de rescate no sabían a donde acudir. A la clínica del Limonar fueron llevadas 12 niñas; a la casa de socorro del Hospital Noble, 10; y dos al Hospital Civil. Fallecieron las dos trasladadas al Civil y otra de las llevadas al Hospital Noble.


Durante las tareas de salvamento se produjeron escenas de gran patetismo. Cuando los bomberos llevaban más de hora y media de trabajo, oyeron los sollozos de una pequeña, comprobando que en una parte inverosímilmente reducida del piso, que había quedado en pie, se balanceaba una cama en la que se hallaba una niña de unos tres años, que fue rescatada ilesa. Al mismo tiempo, fue rescatada otra de ocho años que sufría conmoción cerebral.


En prevención de nuevos derrumbamientos, todas las niñas que dormían en zonas colindantes a la del suceso, unas 80, fueron desalojadas y trasladadas al comedor del colegio, que ofrecía mayor seguridad. En total, en el colegio de las Carmelitas había 104 alumnas internas, de las cuales 24 son las que sufrieron las consecuencias del derrumbamiento. Las niñas tenían de 3 a 10 años, todas de modesta condición, enviadas allí por el Tribunal Tutelar de Menores o por la Junta Protectora de Menores.


Los técnicos y bomberos sostuvieron que !a causa del hundimiento había sido la excavación practicada para la construcción de un nuevo edificio que, según confirmaron, había dejado el dormitorio prácticamente sin sujeción alguna. Una de las profesoras , había advertido una grieta, aunque no le dio al hecho la importancia que después tuvo.


El nerviosismo y la confusión reinó entre las religiosas, hasta el extremo de que la madre superiora que padecía una enfermedad crónica de tipo hepático, tuvo que ser internada en la clínica del Limonar, muy cercana al colegio, y donde fueron hospitalizadas doce niñas.