En ‘Calaceite’, Torrox, a poca profundidad, reposan
los restos de ‘El Delfín’, un barco de vapor de
larga historia marítima que fue hundido por los fascistas durante la
Guerra Civil una semana antes de que tuviera lugar uno de los
sucesos más trágicos de la misma, ‘La Desbandá’.
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| El Delfin. |
‘El Delfín’
tuvo diversos usos. En los primeros meses de la guerra fue utilizado
como barco prisión para después convertirse en uno de transporte y
de avituallamiento. Conocido popularmente como ‘El barco del
arroz’, transportaba víveres de toda índole ya que
transportaba arroz, harina, bacalao en sus viajes hacia la Málaga
asediada hasta que fue atacado y hundido en los días previos a
masacre de civiles que huían de las tropas fascistas en la carretera
Málaga-Almería.
El 18 de julio de
1936 sorprendió al Delfín en el puerto de Málaga
junto a su compañero de flota J. J. Síster, quedando
ambos como buques-prisión. En esta situación permaneció el Delfín
en Málaga hasta el 31 de julio, en que desalojado de presos,
se hizo a la mar para cubrir una línea regular que, partiendo de
Málaga hacía escala en los puertos de Almería,
Cartagena y Alicante y regresaba a Málaga
haciendo el mismo itinerario en sentido inverso.
Al amanecer del día
30 de enero de 1937, cuando navegaba de Almería a Málaga,
próximo a tierra, fue descubierto por un Heinkel He-59 de
reconocimiento, perteneciente a la AS-88 de la base Atalayón
(Melilla), que informó del avistamiento. De la base
despegaron un He-59, al mando del teniente Kumpler, y
dos He-60 de escolta.
Con una visibilidad
espléndida localizaron al Delfín, al que intentaron
atacar lanzándole un torpedo. El intento fue fallido al no salir el
torpedo, y en un segundo intento el torpedo cayó al agua y se puso a
girar en espiral.
El capitán del
buque se percibió del ataque y puso proa a tierra para embarrancar
el vapor. La tripulación ganó la costa en los botes salvavidas.
Tras el fracaso del lanzamiento, los aviones regresaron a la base de
Melilla.
Al alejarse los
hidroaviones la tripulación regresó al Delfín para intentar
reflotarlo con sus propios medios. A las 16.30 horas, con el buque
todavía varado, aparecieron de nuevo los hidroaviones que dejaron
caer algunas bombas que no lo alcanzaron, pero tras este segundo
ataque la tripulación abandonó de nuevo el barco y una vez en
tierra se negaron a regresar a bordo.
Mientras tanto en
Málaga se realizaban gestiones ante los responsables del
Sindicato de Transportes Marítimos, el capitán del dique
flotante y la delegación de Trasmediterránea, para recabar
auxilio del guardacostas Xauen destacado en Málaga,
y de un pesquero con potencia para que hicieran las veces de
remolcador y sacar de varada al Delfín. Las gestiones
no tuvieron éxito, debido a que las averías que sufría el Xauen,
causadas por un ataque aéreo reciente, lo tenían inmovilizado en el
puerto.
Durante la noche del
31 de enero un submarino lanzó dos torpedos contra el Delfín,
varado y sin dotación. El autor del torpedeamiento era el submarino
italiano Ciro Menotti, al mando del capitán de corbeta
Vittorio Moccagatta.
Este submarino había
salido de la base de Cagliari (Cerdeña) el 23 de
enero. Se dirigió a la costa sur de la Península Ibérica
sin avistar ningún buque durante los primeros días de acecho. A
primeras horas del día 31 de enero según fuentes del submarino
atacante, "avistó sobre la costa un buque navegando, con las
luces apagadas, a la altura del faro de Torrox. Alistó los
tubos y lanzó dos torpedos.
Uno de ellos hizo
blanco hundiendo al buque, que al apoyarse en el fondo, dejó las
superestructuras fuera del agua". Lo cierto es que el Ciro
Menotti había torpedeado de noche a un buque que llevaba
veinticuatro horas embarrancado.
El 2 de febrero, la
escuadrilla de hidros de la AS-88 de Melilla realizó
un último ataque al Delfín; desde 1.000 metros de
altura el avión del teniente Klumper lanzó dos bombas de 250
kilos, con espoleta retardada, una de las cuales alcanzó al vapor en
el centro.
El hundimiento causó
un abundante vertido de aceite que dio a la playa el nombre que
todavía conserva, Calaceite, y el buque quedó
reposando sobre un costado en el fondo arenoso, donde su pecio hace
ahora las delicias de submarinistas al estar muy asequible y a poca
profundidad.