Mastodon Málaga y sus historias: viajes
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martes, 21 de noviembre de 2023

Washington Irving y Málaga

 

En la época Romántica, durante el siglo XIX, Andalucía era el destino favorito de cientos de viajeros europeos de los que el mayor representante es Washington Irving y que llegaban a la región empujados por una idea de aventuras muy relacionada con los bandoleros, a los que se veía como prototipo de la rebeldía contra el poder establecido.


Washington Irvin.


En 1829, el escritor y también diplomático norteamericano Washington Irving recorrió una ruta que le llevaría desde Sevilla hasta Granada, a lo largo de toda la campiña andaluza. Irving, rápidamente se enamoró de aquellos parajes. Tal exuberancia y exotismo, sirvieron de inspiración al artista para escribir sus famosos Cuentos de la Alhambra.

Este norteamericano infatigable también hizo parada en Antequera, lugar donde permaneció por algún tiempo ya que consideró que el patrimonio histórico, natural, cultural y gastronómico de esta localidad es tan rico, que resulta imposible abarcarla en un solo día.

Como dijera el mismo Irving sobre Antequera en sus versos «…asentada en el regazo de la gran sierra que recorre toda Andalucía. Una noble vega se extendía a sus pies, como un óleo de apacible fertilidad enmarcado por elevaciones rocosas…Todo en esta venerable ciudad tiene un sello decididamente español». La Fuente del Toro es un homenaje a Wahington Irving, debido a su visita en mayo de 1829 pernoctando en la Posada de San Fernando.

También, Irving fue hasta la ciudad de Ronda en busca de más emociones e inspiración, al ser una tierra que aunaba toreros, flamenco y bandoleros. Vivió un tiempo en aquellos parajes de los que alguna vez escribiría «Hay algo en la austera presencia de este paisaje español que hiere el alma con un sentimiento cercano a lo sublime».

Además de otros puntos de Andalucía Irving pasó por la capital malagueña haciendo etapas en Motril, Nerja y Vélez Málaga. De la capital malacitana partió hacia Gibraltar, atravesando Yunquera, Ronda y Gaucín.

martes, 13 de octubre de 2020

Marie Curie visitó Málaga

 

El 30 de abril de 1931 la descubridora del radio, madame Curie, llega a Málaga procedente de Granada. Se alojó en el Hotel Príncipe de Asturias. En ese mismo viaje, que era el segundo de los tres que realizó a España, visitó también en Andalucía las ciudades de Córdoba y Almería.


Marie Curie.


Prácticamente no existe casi ninguna referencia en la prensa de la época sobre la estancia en Málaga de la relevante científica. Se sabe que Curie había regresado a España en 1931 invitada por el recién estrenado Gobierno de la Segunda República.


Aunque el viaje tenía un carácter privado, el gobierno provisional de la República, encabezado por Niceto Alcalá-Zamora, puso a disposición de la científica, que ya había sido galardonada con los dos premios Nobel, un vehículo del Servicio Rápido Militar, con chófer incluido. Lo de “Rápido” era una sutileza republicana. Marie Curie tenía 64 años, y su joven hija Eve apenas 27.


Poco más de 12 horas, parada y fonda, entre Málaga-Granada y posterior viaje a Murcia y Valencia. Aunque en las poco más de dos horas por la mañana, que permaneció en Málaga, parece que hubiera hecho un maratón.


El contexto en el que se produce la visita es muy singular, apenas 14 días después de la proclamación de la Segunda República Española, y en un ambiente de ilusión y euforia por transformar y modernizar el país.


Maria Salomea Skłodowska-Curie, más conocida como Marie Curie, nació en Varsovia el 7 de noviembre de 1867 aunque luego adoptó la nacionalizadión francesa. Pionera en el campo de la radiactividad, fue la primera mujer en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades, Física y Química, y la primera mujer en ocupar el puesto de profesora en la Universidad de París.


Con 67 años, casi ciega, fallece de anemia aplásica, en 1934 después de sufrir durante décadas los efectos nocivos de la radiactividad. Su hija Irene siguió sus mismos pasos hasta el punto de conseguir otro Premio Nobel de Química (en 1935), junto con su marido, Frédéric Joliot, por descubrir la radiactividad artificial.