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Abel Caballero, actual presidente de la FEMP. |
Las
demandas asociativas de las nuevas corporaciones locales democráticas
se plasmaron poco tiempo después de la toma de posesión de los
nuevos cargos electos locales. Junto al deseo de llevar a la
práctica los programas políticos de su oferta electoral, y los
proyectos democratizadores de las corporaciones locales, existía una
dura realidad, marcada por la carencia de recursos económicos, las
dificultades de una legislación en tránsito de un sistema
autoritario a otro de autonomía, así como las dificultades de
financiación.
El
alcalde de Madrid,
profesor Tierno
Galván,
convocó a todos los de capitales de provincias y de ciudades mayores
de 100.000 habitantes a una reunión que se celebró en Madrid
el 12 de enero de 1980, en el Palacio
de Adanero,
sede del antiguo Instituto
de Estudios de Administración Local,
organismo que seguía siendo un punto de referencia para las
corporaciones
locales.
A
la reunión asistieron más de setenta alcaldes, acordándose por
unanimidad continuar adelante con el propósito asociativo, para lo
que se nombró una Comisión Gestora, integrada por los
alcaldes de las veinte ciudades más importantes, presidida por el de
Málaga, Pedro Aparicio y como secretario Domingo
Ferreiro.
Su
carácter asociativo, la convirtió de hecho en una entidad política
representativa de las corporaciones
locales españolas, tanto en el orden internacional, como en las
relaciones con la Administración
del Estado,
alcanzando cada vez un protagonistmo
creciente.
Todos
los proyectos se plasmaron en realidades en la Primera Asamblea
General de la Federación Española de Municipios, celebrada en
Torremolinos, los días 13 y 14 de junio de 1981, inaugurando
los llamativos lemas de sucesivas asambleas, que en esta ocasión era
el de “Ayuntamientos más representativos, más solidarios, más
eficaces”.
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