María
Catalina Nadal, fallecida en 1978, dispuso en su testamento que
un tercio aproximado de sus terrenos en Estepona -en torno a
780.000 metros cuadrados- se destinaran preferentemente para "obras
de tipo cultural, social y religioso de la parroquia de Los
Remedios de Estepona". Esos bienes, que fueron
vendidos en 2005, debían ser gestionados por una fundación, que
gestionaba el Obispado de Málaga.
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Iglesia de los Remedios (Estepona). |
Diversos
colectivos del
municipio de la Costa
del Sol,
entre ellos una plataforma de vecinos, empresarios y partidos
políticos, se
mostraron
dispuestos
a plantar cara al Obispado para asegurarse de que la millonaria
herencia de María
Catalina Nadal se
quedase
en el municipio, tal y como estableció esta en su testamento en
1973.
Los
citados colectivos estaban
preocupados porque el obispo Jesús
Catalá,
albacea del legado, transfirió 16,8 millones de la cuenta bancaria
de la parroquia de Los
Remedios -beneficiaria
del testamento- a un Fondo
Común Diocesano,
cuyos movimientos no podían
controlar.
Todos
los colectivos incidieron
en que el testamento era
muy claro en cuanto al uso que se debía dar al dinero y que el
Obispado,
designado albacea y no beneficiario, lo estaba
ignorando
deliberadamente. El alcalde de Estepona,
José María García Urbano,
pidió
tiempo para abordar el asunto en frío. Finalmente,
el
regidor pidió
que le dejaran
agotar las vías de la negociación, antes de ir a los juzgados.
La
alarma saltó en
agosto de
2011,
cuando el consejo pastoral de la parroquia de Los
Remedios,
hizo públicos sus temores. "Llevábamos un año notando las
transmisiones de dinero de una cuenta a otra", relató
un miembro de este organismo. Primero convocaron una reunión
abierta, a la que acudió el ecónomo del Obispado.
"Solo sacamos en claro que ese dinero lo iba a manejar el
Obispado
y
que se iba a invertir en la Diócesis",
dijo.
Como
la salida de fondos continuaba, "de forma unilateral y sin aviso
a la parroquia", pidieron al cura de entonces, Francisco
Baquero, que les gestionara una cita con el obispo, Jesús
Catalá. Querían hacerle llegar su malestar por la salida del
dinero y pedirle que, como consejo pastoral o bien creando una
fundación, les dejara conocer y participar en la toma de decisiones
con respecto a la gestión de la herencia.
No
hubo forma de ver al obispo, pero en agosto consiguieron reunirse dos
horas con un abogado y un gestor del Obispado en una asesoría
de Málaga. La postura continuaba siendo la misma: que el
obispo puede disponer libremente del dinero del legado para otras
necesidades de la Diócesis o de otras iglesias de la
provincia.
Hay
que añadir que el ex obispo de Málaga Antonio Dorado
Soto, cuando era responsable de gestionar la herencia, vendió en
2004 y 2005 1,5 millones de metros cuadrados de terrenos a una
entidad financiera y a un grupo de promociones turísticas que
querían construir viviendas de lujo y un hotel de cinco estrellas.
El 30 por ciento del importe de la venta, unos 18 millones de euros,
pasó a la parroquia de Estepona y el resto se repartió entre
diversas congregaciones religiosas de Onteniente., lugar de
donde era oriunda la testataria.
En
el año 2016 la prensa se hacía eco de que desde
el punto de vista urbanístico, las tierras de la Herencia Nadal se
encontraban
en un callejón sin salida. Los suelos estaban
clasificados como urbanizables no sectorizados y para su desarrollo
se enfrentaban
a un problema, al
parecer,
insoluble.
Estepona
tenía
ya
colmatado el límite de crecimiento marcado por el
POTA
(Plan
de Ordenación Territorial de Andalucía),
que fija un límite para la planificación
de nuevas viviendas a partir del número de habitantes. En el mediano
plazo no hay un horizonte de desarrollo. La universidad propia seguía
siendo un sueño lejano, para
los destinatarios de la herencia.
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