Mastodon Málaga y sus historias: Obispado
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viernes, 2 de abril de 2021

La Semana Santa malagueña (y III)

 

Esta etapa de oro se truncará por motivos políticos y sociales. En la noche del 11 al 12 de mayo de 1931, recién estrenada la Segunda República, grupos incontrolados irrumpen en los templos de la ciudad de Málaga y se dedican a la destrucción masiva de cuanto encuentran en los mismos. La intolerancia de algunos acaba con el patrimonio devocional de siglos en la ciudad. Tras estos sucesos, se suspenden las procesiones durante los años 1932, 1933 y 1934, aunque en 1935 algunas hermandades salieron a la calle, se les denominaría a partir de entonces como "las valientes", arriesgando lo poco del patrimonio que en aquel entonces habían logrado reunir.


Iglesia de Santiago.


En 1936, la Guerra Civil trae una nueva ola de destrucción que acaba de nuevo con casi todo lo rescatado de los desmanes anteriores. La postguerra fue dura para todo el mundo, y, por supuesto, para las cofradías. La recuperación patrimonial vendrá también influenciada por las circunstancias sociales y políticas de la contienda.


Los vencedores, en un claro espíritu "nacional-católico", fomentarán dicha celebración como el triunfo sobre los enemigos de la fe católica, magnificando y politizando descaradamente en los primeros años algo tan del pueblo como las procesiones.


Como consecuencia de ello, la presencia de fuerzas militares se incrementará notablemente, aunque ya resultara importante en siglos anteriores. Por otro lado, las no siempre fluidas relaciones entre los cofrades y el clero harán que un decreto episcopal prohíba el montaje de tronos en los templos debido a las molestias que ocasiona en el culto religioso de esos días. Al no depender ahora de las medidas de ninguna puerta el tamaño puede crecer libremente. Los tronos de Málaga incrementan su tamaño y adquieren una de sus características más notables.


La llegada de la democracia en los años 70 verá surgir jóvenes cofrades que zanjarán parte de las discusiones generacionales creando nuevas hermandades, con una visión de la Semana Santa diferente.


Ahora lo importante no será tanto la suntuosidad de los desfiles procesionales, sino el poder salir de los templos en los que radica la cofradía en cuestión y en realizar estación de penitencia en la Catedral, algo que será permitido libremente a las cofradías malagueñas por parte del Obispado a partir de 1988, hasta entonces tan sólo gozaban de ese privilegio las cofradías de Viñeros y de Pasión.


Así en Málaga se logró la convivencia de dos formas de procesionar en Semana Santa. Junto a la desarrollada en la postguerra, tronos de grandes dimensiones, suntuosidad y lujo en los cortejos procesionales, también se dan las procesiones surgidas a partir de finales de los años 70 en las nuevas cofradías, con espíritu penitencial más austero y concediéndose mayor importancia a la estación de penitencia. En cualquier caso, la variedad es algo que define la esencia de la Semana Santa malagueña.

jueves, 21 de mayo de 2020

La herencia Nadal

El 23 de julio de 1990 Estepona hereda el legado de la familia Nadal Guerrero, calculado, inicialmente en 30.000 millones de pesetas.

María Catalina Nadal, fallecida en 1978, dispuso en su testamento que un tercio aproximado de sus terrenos en Estepona -en torno a 780.000 metros cuadrados- se destinaran preferentemente para "obras de tipo cultural, social y religioso de la parroquia de Los Remedios de Estepona". Esos bienes, que fueron vendidos en 2005, debían ser gestionados por una fundación, que gestionaba el Obispado de Málaga.

Iglesia de los Remedios (Estepona).
Diversos colectivos del municipio de la Costa del Sol, entre ellos una plataforma de vecinos, empresarios y partidos políticos, se mostraron dispuestos a plantar cara al Obispado para asegurarse de que la millonaria herencia de María Catalina Nadal se quedase en el municipio, tal y como estableció esta en su testamento en 1973.

Los citados colectivos estaban preocupados porque el obispo Jesús Catalá, albacea del legado, transfirió 16,8 millones de la cuenta bancaria de la parroquia de Los Remedios -beneficiaria del testamento- a un Fondo Común Diocesano, cuyos movimientos no podían controlar.

Todos los colectivos incidieron en que el testamento era muy claro en cuanto al uso que se debía dar al dinero y que el Obispado, designado albacea y no beneficiario, lo estaba ignorando deliberadamente. El alcalde de Estepona, José María García Urbano, pidió tiempo para abordar el asunto en frío. Finalmente, el regidor pidió que le dejaran agotar las vías de la negociación, antes de ir a los juzgados.

La alarma saltó en agosto de 2011, cuando el consejo pastoral de la parroquia de Los Remedios, hizo públicos sus temores. "Llevábamos un año notando las transmisiones de dinero de una cuenta a otra", relató un miembro de este organismo. Primero convocaron una reunión abierta, a la que acudió el ecónomo del Obispado. "Solo sacamos en claro que ese dinero lo iba a manejar el Obispado y que se iba a invertir en la Diócesis", dijo.

Como la salida de fondos continuaba, "de forma unilateral y sin aviso a la parroquia", pidieron al cura de entonces, Francisco Baquero, que les gestionara una cita con el obispo, Jesús Catalá. Querían hacerle llegar su malestar por la salida del dinero y pedirle que, como consejo pastoral o bien creando una fundación, les dejara conocer y participar en la toma de decisiones con respecto a la gestión de la herencia.

No hubo forma de ver al obispo, pero en agosto consiguieron reunirse dos horas con un abogado y un gestor del Obispado en una asesoría de Málaga. La postura continuaba siendo la misma: que el obispo puede disponer libremente del dinero del legado para otras necesidades de la Diócesis o de otras iglesias de la provincia.

Hay que añadir que el ex obispo de Málaga Antonio Dorado Soto, cuando era responsable de gestionar la herencia, vendió en 2004 y 2005 1,5 millones de metros cuadrados de terrenos a una entidad financiera y a un grupo de promociones turísticas que querían construir viviendas de lujo y un hotel de cinco estrellas. El 30 por ciento del importe de la venta, unos 18 millones de euros, pasó a la parroquia de Estepona y el resto se repartió entre diversas congregaciones religiosas de Onteniente., lugar de donde era oriunda la testataria.

En el año 2016 la prensa se hacía eco de que desde el punto de vista urbanístico, las tierras de la Herencia Nadal se encontraban en un callejón sin salida. Los suelos estaban clasificados como urbanizables no sectorizados y para su desarrollo se enfrentaban a un problema, al parecer, insoluble.

Estepona tenía ya colmatado el límite de crecimiento marcado por el POTA (Plan de Ordenación Territorial de Andalucía), que fija un límite para la planificación de nuevas viviendas a partir del número de habitantes. En el mediano plazo no hay un horizonte de desarrollo. La universidad propia seguía siendo un sueño lejano, para los destinatarios de la herencia.