Instalaciones de los altos hornos La Constancia. |
Se
asistía al reflotamiento de una empresa señera del siglo XIX.
Nacida en los años treinta, La Constancia, que ocupó lugares
de honor en los comienzos de la industrialización española
colocándose a la cabeza de la producción nacional de hierros
durante un cuarto de siglo.
En
los años sesenta, inició un declive incontenible debido a los altos
precios del carbón mineral. Los costes de producción, mucho más
elevados que en las fábricas del norte peninsular, hacían imposible
la competencia.
Volviendo
al acto de reapertura, en
la puerta de acceso se levantó un arco, coronado por el busto de
Manuel
Agustín Heredia,
y su hijo Agustín
prendió fuego al horno con una tea forrada de flores. El obispo
bendijo las instalaciones.
Mr.
Tresson, director de los Altos Hornos, obsequió con un
brindis a los invitados, entre los que se encontraban todas las
autoridades y numerosas personalidades de la ciudad.
La
modernización de las instalaciones, con el abastecimiento de
combustible y mineral de hierro a precio competitivo permitiendo
evitar el lingote vizcaíno, facilitó que se alcanzaran altos
niveles de producción y venta absorbiendo la demanda regional. Sin
embargo, esta situación se desmoronará a partir de 1903.
1906
fue un año de pérdidas para la empresa. El consejo de
administración aprobó una operación financiera consistente en
disminuir el valor nominal de las acciones y crear nuevas para
aumentar el capital y hacer frente a las deudas, pero no dio
resultados. El cierre no se hizo esperar. En mayo de 1907 cesó la
actividad productiva.
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