Palacio del marqués de Salamanca en Madrid.
Tras la ingente inversión en el barrio de Salamanca, la situación económica de José de Salamanca empezó a decaer. Había dilapidado su fortuna de cerca de 400 millones de reales con la construcción del nuevo barrio y se vio obligado a vender gran parte de su colección de cuadros, entre los que había obras de Velázquez y Goya. En 1876 tuvo que deshacerse de algunas de sus propiedades inmobiliarias y de algunas de sus acciones ferroviarias. La situación cada vez era más crítica y su ruina ya era inminente.
Respecto a su relación con la familia Larios decir que se realiza a través de la finca Dehesa de Los Llanos. A mediados del siglo XIX, con la desamortización de los bienes eclesiásticos, la finca es adquirida por José de Salamanca y Mayol. Casualidades de la vida, o no, la magnífica finca, le fue embargada por un banco al marqués de Salamanca cuando su buena estrella se había apagado para ser adquirida después en subasta, en 1893, por el III marqués de Larios, José Aurelio Larios y Larios, hijo de Martín Larios, sobrino de Manuel Domingo Larios, que murió sin descendencia
Desde entonces, la Dehesa de Los Llanos se ha mantenido como propiedad familiar de los Larios y luego de los marqueses de Paul, a través de la herencia del IV marqués de Larios, José Antonio Larios Franco. Finca que en 1974 entró a formar parte de la sociedad La Humosa SA que agrupaba todas las actividades agrícolas de la familia y que en 1993 se integra en el Grupo Mazacruz, al que aún pertenece hoy.
En relación con Los Llanos existe otra leyenda que se atribuye al escritor y periodista Florentino Hernández Girbal, biógrafo de José de Salamanca y Mayol, y que señala que las primeras gestiones del marqués de Salamanca para hacerse con la propiedad las data allá por 1855, año en el que trajo el ferrocarril a la ciudad de Albacete.
En su relato, fabula con que el marqués de Salamanca, huyendo de Madrid, llegó a Albacete en una locomotora, vagando después por los trigales hasta tropezar con los restos de una ermita antigua, que no era otra que la ermita de la Virgen de Los Llanos.
Compró, según la versión del también periodista Joaquín Roa y Erostarbe, “dos leguas de lomas para ganados y producción del esparto; plantó 800.000 vides, de escogida calidad, para las que edificó grandes bodegas; y, por último, formó la posesión de Los Llanos, campestre mansión de un príncipe, con montes, estanques y alamedas, un caprichoso coto de liebres y un cercado para corzos, cocheras, caballerizas y jaulas para la cría de potros de silla y tiro; un inmenso palomar; y el palacio de la finca, edificio antiguo restaurado y ornado con rico mobiliario florentino, por cuyas habitaciones pasaron hombres de gobierno de todos los partidos españoles, notabilidades de las letras, la milicia y nobleza”.
Volviendo a la figura del marqués de Salamanca añadir que después de haber conseguido casi todo en la vida, murió el 23 de enero de 1883 arruinado en su Palacio de Vista Alegre en Madrid con una deuda de más de seis millones de reales.
Hay que decir, como hecho anecdótico, que el marqués de Salamanca murió dos veces. La primera en 1834 en una epidemia de peste, durante la cual cayó enfermo, dándolo por muerto. Pero Salamanca se despertó justo instantes antes de ser enterrado. Había sufrido un episodio de catalepsia. Su segunda muerte se produciría, como se ha dicho, en 1883 y esta vez sería la definitiva.
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