Mastodon Málaga y sus historias: La tortura en tiempos de guerra

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martes, 5 de abril de 2022

La tortura en tiempos de guerra

 

Cuando Málaga cayó en manos de las tropas golpistas, en febrero de 1937, Juan Muñoz Fernández, un destacado dirigente socialista y alcalde de Almáchar durante la II República cargó las pocas cosas que tenía y, acompañado de su mujer y sus 7 hijos, se unió al éxodo de miles de personas que intentaban escapar por la carretera Málaga-Almería, convertida en un campo de extermino de más de 100 kilómetros. No lo mató una bomba, pero fue detenido, torturado, asesinado y tirado a una zanja del cementerio de su pueblo.


Descubrimiento de los restos de Juan Muñoz.


En el año 2011, a petición de la familia, la fosa fue abierta y localizados unos restos de un cuerpo en un féretro y debajo, restos de una segunda persona, supuestamente Juan Muñoz. En el informe elaborado por el Comisariado de la Memoria Histórica de Andalucía, se incluyó el testimonio de una hermana de Juan Muñoz que aseguró que compró un ataúd para enterrarlo dignamente, pero que tiraron el cadáver del ataúd para poner en él a un cura que había muerto en un cortijo cercano al pueblo.

La historia de Juan Fernández es estremecedora. La resumía en el citado informe su nieto Juan Muñoz a través de los testimonios de sus tías, testigos directos de la masacre en la carretera de Málaga: 'La marcha resultaba muy penosa puesto que sus hijos éramos muy pequeños (...). Consiguió parar una camioneta, cuyos ocupantes se ofrecieron a recogernos. En ese momento, una bomba cayó sobre la misma y mató a todos sus ocupantes. Podemos decir que nos salvamos de milagro. Excepto nuestro padre, quien tomó la decisión de volver sobre sus pasos".

Juan Muñoz con algunos de sus hijos.

Su esposa, María, intentó convencerlo de que no lo hiciera. Y al final, mientras regresaban, Juan Muñoz fue detenido por los falangistas a la altura de Torrox. De ahí pasó a Vélez y luego a Almáchar. “Él sabía lo que le esperaba y cuando fueron a cruzar el río de Vélez que venía crecido, se tiró al agua desde la mula donde lo transportaban amarrado con la sola intención de ahogarse. Lo sacaron del agua y lo llevaron a la prisión municipal”, narró su nieto.

Según el mismo testimonio, “en Almáchar, la tortura fue bestial, los falangistas se turnaban agotados de darle palos. Pidió agua y se la dieron con cal; le estrujaban vinagre en las heridas. Le preguntaban por las personas que habían matado a 2 miembros de una familia de caciques del pueblo. Como él no contestaba, continuaban con la tortura. Al final le pusieron unos grilletes en la cabeza y apretaron hasta que lo mataron”. Los motivos expuestos en el parte de defunción, que no fue firmado por ningún facultativo, son los mismos que se solían usar en las prisiones en circunstancias similares: 'colapso cardíaco'.


Fuente documental: La fosa del alcalde que se quedó sin ataúd por un cura. Olivia Carballar. Diario Público y Ayuntamiento de Almáchar.

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