Si hay un hecho misterioso relacionado con la vida del IV marqués de Larios y del que ha sido muy difícil encontrar información, ya que extrañamente no existen noticias en la prensa de la época y sí confusos relatos verbales, es el del asesinato de una joven doncella, Águeda Escalante Ortega, natural de Teba (Málaga) con 31 años de edad y dicen que de extraordinaria belleza, que trabajaba al servicio de la Casa Larios, entonces enclavada en la calle Martínez número cinco de Málaga. Desde el triste suceso hasta la fecha, una mano negra se ha encargado de echar tierra encima del asunto.
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Calle Martínez en el siglo pasado. |
Según la investigación, Águeda Escalante Ortega era novia de otro trabajador de los Larios -la familia tenía a su servicio cerca de 20 empleados domésticos-, concretamente de Tomás Martínez González, un botones (recadero), que al parecer en ocasiones hacía las veces de mozo de comedor.
El marqués de Larios, José Antonio Larios Franco, que tenía fama de ser lo que en lenguaje vulgar se denomina un pichabrava y que otros definen como un bandolero del amor, se encaprichó con la joven y guapa doncella, lo que ocasionó los celos del novio que la mató a puñaladas con un estilete el día 14 de marzo de 1944. Según la autopsia, las heridas sufridas causaron una gran hemorragia que determinó el fallecimiento de la víctima.
Según las fuentes, el asesinato se cometió en el conocido como cuarto de las maletas, en el que se ubicaban los termos del agua caliente, y que estaba contiguo al vestidor de la marquesa y en donde, tras el trágico suceso, Pilar Príes ordenó colocar en la pared un crucifijo, que se mantuvo hasta el cierre de la casa. Desde entonces quedó prohibido mantener relaciones entre el personal de servicio, aunque siempre las hubo pero se llevaban en secreto.
El presunto autor de los hechos fue detenido de inmediato, tras el griterío del personal del servicio, al parecer, después de que el marqués descubriera el cuerpo sin vida de la doncella que estaba escondido en un armario del que goteaba sangre, ya que vio fluir un líquido verde, en lugar de rojo. José Antonio Larios era daltónico. Tomás trató de quitarse la vida, intentando saltar al vacío desde la terraza de la casa, adonde se había encaramado durante la confusión.
Tomás Martínez González fue juzgado por la Audiencia Provincial de Málaga el 9 de diciembre de 1947 y condenado, en la sentencia número 371, por delito de asesinato a la pena de 20 años y un día de reclusión mayor, accesorias y al pago de 15.000 pesetas a los herederos de Águeda Escalante. Según las fuentes, fue agraciado con el premio gordo de la lotería de Navidad durante su estancia en prisión. Añadir que el sumario de la causa número 64/1944 del Juzgado de Instrucción n.º1 de Málaga no ha podido ser localizado.
Fuente documental: La herencia envenenada del marqués de Larios. Ramón Triviño. Amazon. Enlace de compra: https://acortar.link/ziyi3f
(Entrada publicada en este mismo blog el día 6 de noviembre de 2018)
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