El día 28 de febrero de 1810 visita Ronda el rey José
Bonaparte, un personaje que nunca fue bien
tratado por la Historia. José I, más conocido en España
por alias despectivos como Pepe Botella o Pepe Plazuelas,
no era sin embargo ni alcohólico, ni tuerto ni jorobado, como
aseguraban las leyendas de la época. Accedió al trono de España
por imposición de su hermano, el emperador Napoleón,
tras el vacío de poder y el caos dejado tras la abdicación de
Fernando VII, convencido de que, como ya había sucedido con
la rama de los borbones que sucedió a los habsburgo,
una monarquía extranjera podría dar un nuevo impulso al país. El
efímero reinado del rey José I estuvo marcado por el odio de
su pueblo y el menosprecio de su hermano menor, a quien él
reverenciaba.
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José Bonaparte. |
José I parte
de Madrid en enero de 1810. Le acompañan entre civiles y
militares mas de 6.000 personas. Deseaba conocer de primera mano todo
lo que le habían contado de Andalucía. Sus paisajes, sus
leyendas y sus gentes, con el objetivo de no ser visto no como un rey
invasor, sino mas bien, como alguien que traía cultura y
prosperidad, en definitiva, progreso.
Este viaje también
significaría un antes y un después para Andalucía, ya que
iba acompañado de un séquito de más de 400 altos funcionarios de
la administración, Las ciudades de Córdoba, Sevilla,
Jerez, El Puerto de Santa María, Chiclana,
Rota, Sanlúcar, Arcos, Ronda, Málaga,
Antequera, Granada, Martos y Jaén
recibieron al nuevo rey con un auténtico clamor popular, nunca antes
suscitado en torno a su figura que contrasta con la imagen negativa
del monarca que ha llegado hasta la actualidad.
Tras una penosa
marcha, llegaron a la Ciudad del Tajo, un 28 de
febrero, donde establecieron su cuartel general. Al igual que en
otras ciudades, el rey Intruso lllegó escoltado por la
Guardia Real y la de Honor de
Sevilla. Una representación del Ayuntamiento salió a recibir
a la comitiva real y a ofrecerle los primeros homenajes
institucionales. El municipio, presidido por el corregidor, junto con
el clero, los regidores, una representación militar y los prohombres
rondeños, rindió la pleitesía acostumbrada. Una vez en la Casa
Consistorial, las autoridades prestaron el juramento de fidelidad
y obediencia a José Bonaparte y a la
Constitución. Las calles se engalanaron para el recibimiento
y los balcones amanecieron adornados con colgaduras. Los vecinos se
agolparon ante la comitiva real para manifestar su adhesión entre
vivas y aclamaciones.
La Real
Maestranza invitó al monarca a presenciar una corrida de toros
en el coso rondeño, pero como este había accedido al trono de
manera irregular y en consecuencia, en total desacuerdo con los
maestrantes, estos, la noche anterior al evento, desmantelaron
totalmente el palco real aduciendo que se hallaba en obras, obligando
por tanto al rey a presenciar la corrida en un palco sin distinción
alguna.
El rey José I,
acompañado por su séquito, permaneció en Ronda tres días,
del 28 de febrero al 2 de marzo, quedando alojado en la mansión de
José de Moctezuma y Rojas, antiguo brigadier y
teniente hermano mayor de la Real Maestrazna, de casi 80 años
de edad. Esta casa palacio alberga hoy el museo Joaquín Peinado
y el conservatorio Ramón Corrales. Durante su estancia en
Ronda, José I mantuvo audiencias con las corporaciones
locales y asistió a funciones religiosas en la parroquia de Santa
María la Mayor.
Incluso algunos de
sus más acérrimos enemigos, como fue el conde de Toreno,
reconocieron en José bonaparte un trato agradable y una
cierta bondad en sus actitudes. A pesar de las críticas y la
animadversión hacia su persona, salvó algunas vidas y evitó
desgracias en Ronda. Gracias a su intervención, se indultó a
fray Miguel González, Antonio García y a dos vecinos
de Atajate, condenados a la horca por patriotas.