El 8 de febrero de 1937 se inicia uno de los episodios más
cruentos de la guerra civil. En torno a 30.000 refugiados llegados de otras
provincias y más de 100.000 malagueños inician el éxodo hacia Almería ante la inminente entrada en Málaga de las tropas franquistas.
![]() |
Una imagen de la huída por la carretera Málaga-Almería. |
La población se ve influida por los testimonios de los
refugiados, que cuentan las represalias falangistas y los saqueos, además de
las amenazas que Queipo de Llano hace
por la radio: "¡Malagueños! Me
dirijo en primer lugar a los milicianos engañados. Vuestra suerte está echada y
habéis perdido. Un círculo de hierro os ahogará en breves horas; porque si por
tierra y aire somos más fuertes, la escuadra leal a la dignidad de la Patria os
quitará toda esperanza de huida".
Se habla de entre 3.000 y 5.000 muertos, en cualquier caso
son muchos los que mueren en la huida a causa de los bombardeos de la aviación
y de los buques 'Cervera' y 'Baleares', así como por la falta de
alimentos y de agua.
La huida de miles de malagueños a través de la carretera de Málaga a Almería, la llamada desbandá,
está consideraba como una de las represiones más duras ocurridas desde la toma
de Badajoz en agosto de 1936. Esta
se desarrolló bajo la estela de los 2.500 muertos que se habían producido
durante los primeros meses de la guerra, así como la destrucción de iglesias y
el saqueo de las viviendas de la burguesía y la aristocracia malagueñas.
En la ciudad quedaron miles de simpatizantes republicanos y
militantes de izquierda. Algunos de ellos fueron fusilados de inmediato, y el
resto fueron encarcelados, pero por poco tiempo.
El historiador Hugh
Thomas afirma que durante la primera semana tras la conquista de la ciudad
fueron asesinadas unas 4.000 personas. A
día de hoy se sabe que esta cifra no es exagerada y que incluso podría ser
mucho mayor, ya que en 2010 había confirmadas más de 3.600 ejecutados en las
fosas de los cementerios de Málaga.
Muchas de las
víctimas fueron fusiladas en las playas sin juicio previo, y otras lo fueron
tras brevísimos juicios a cargo del consejo de guerra recién establecido tras
la conquista de la ciudad. Thomas
habla de «escenas dantescas en los cementerios por el profanamiento de tumbas
republicanas por parte de falangistas y beatas».
El hecho de que numerosas personalidades republicanas
hubieran huido de la ciudad por la carretera de Almería no fue un problema para las nuevas autoridades, pues las
represalias también alcanzaron a sus familiares que se habían quedado en Málaga. Uno de los fiscales de Málaga encargados de los procesos
sumarísimos fue Carlos Arias Navarro,
por entonces un joven abogado que había pasado seis meses en la cárcel de la
ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario