Mastodon Málaga y sus historias: huida
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lunes, 8 de febrero de 2021

La huida del coronel Vicente Abelló

 

El 5 de febrero de 1810, tras apoderarse de Jaén, Córdoba, Sevilla y Granada, las tropas napoleónicas entran en Málaga al mando del general Édouard Jean Baptiste Milhaud, mientras el coronel Vicente Abelló "El Cojo" que mandaba las fuerzas de defensa, huye por el camino de Colmenar dejando abandonados a sus hombres a merced de los invasores, resultando muerto heroicamente el Mayor de Plaza Juan José del Castillo.


Recreación histórica en las calles de Málaga de la batalla de 1810.


En palabras del contemporáneo de Abelló y médico malagueño José Mendoza,el coronel era “un hombre sumamente ignorante, pero orgulloso, caprichudo y muy creído en que es un militar de conocimientos”.


En la campaña de Andalucía de 1808 Abelló organizó los regimientos de Alcalá y Vélez-Málaga, del que fue coronel. Tras ella, fue retirado por el general Teodoro Reding, por lo que se consideró muy agraviado; repuesto posteriormente, la Junta de Granada volvió a retirarle del servicio “por su genio díscolo y altanero”.


El 24 de Enero de 1810, con la llegada de las noticias de que los franceses continuaban avanzando y se encontraban por Córdoba y Andújar, la Junta de Málaga le encomendó la tarea de tranquilizar al pueblo malagueño.


Sin embargo, hizo todo lo contrario, levantándolo, y con el apoyo del fraile capuchino Fernando Berrocal, los hermanos Sanmillán y el canónigo Salvador Jiménez, se autoproclamó capitán general y se sublevó contra el Cabildo Municipal, con el pretexto de que iba a rendir la ciudad ante las tropas imperiales. Arrestó entonces a la Junta de gobierno y al general García de la Cuesta, detuvo al jefe de las tropas Urbanas y depuso al coronel del Regimiento Fijo de Málaga Francisco Corts.


Frente al heroísmo de todo un pueblo, la postura de Abelló, que sabía lo que se jugaba la ciudad, organizó una pésima defensa, se aprovechó de su posición y, antes de que el jefe de las fuerzas francesas pisara la ciudad, abandonó a los malagueños huyendo a Cádiz donde fue hecho prisionero por las mismas tropas españolas.

jueves, 24 de octubre de 2019

La desbandá

El 8 de febrero de 1937 se inicia uno de los episodios más cruentos de la guerra civil. En torno a 30.000 refugiados llegados de otras provincias y más de 100.000 malagueños inician el éxodo hacia Almería ante la inminente entrada en Málaga de las tropas franquistas.

Una imagen de la huída por la carretera Málaga-Almería.

La población se ve influida por los testimonios de los refugiados, que cuentan las represalias falangistas y los saqueos, además de las amenazas que Queipo de Llano hace por la radio: "¡Malagueños!  Me dirijo en primer lugar a los milicianos engañados. Vuestra suerte está echada y habéis perdido. Un círculo de hierro os ahogará en breves horas; porque si por tierra y aire somos más fuertes, la escuadra leal a la dignidad de la Patria os quitará toda esperanza de huida".

Se habla de entre 3.000 y 5.000 muertos, en cualquier caso son muchos los que mueren en la huida a causa de los bombardeos de la aviación y de los buques 'Cervera' y 'Baleares', así como por la falta de alimentos y de agua.

La huida de miles de malagueños a través de la carretera de Málaga a Almería, la llamada desbandá, está consideraba como una de las represiones más duras ocurridas desde la toma de Badajoz en agosto de 1936. Esta se desarrolló bajo la estela de los 2.500 muertos que se habían producido durante los primeros meses de la guerra, así como la destrucción de iglesias y el saqueo de las viviendas de la burguesía y la aristocracia malagueñas. 

En la ciudad quedaron miles de simpatizantes republicanos y militantes de izquierda. Algunos de ellos fueron fusilados de inmediato, y el resto fueron encarcelados, pero por poco tiempo. 
El historiador Hugh Thomas afirma que durante la primera semana tras la conquista de la ciudad fueron asesinadas unas 4.000 personas.  A día de hoy se sabe que esta cifra no es exagerada y que incluso podría ser mucho mayor, ya que en 2010 había confirmadas más de 3.600 ejecutados en las fosas de los cementerios de Málaga.

 Muchas de las víctimas fueron fusiladas en las playas sin juicio previo, y otras lo fueron tras brevísimos juicios a cargo del consejo de guerra recién establecido tras la conquista de la ciudad. Thomas habla de «escenas dantescas en los cementerios por el profanamiento de tumbas republicanas por parte de falangistas y beatas».

El hecho de que numerosas personalidades republicanas hubieran huido de la ciudad por la carretera de Almería no fue un problema para las nuevas autoridades, pues las represalias también alcanzaron a sus familiares que se habían quedado en Málaga. Uno de los fiscales de Málaga encargados de los procesos sumarísimos fue Carlos Arias Navarro, por entonces un joven abogado que había pasado seis meses en la cárcel de la ciudad.

En cualquier caso, un dramático hecho histórico, sobre el que se sigue investigando en la actualidad al amparo de la aplicación de la ley de Memoria Histórica.