Los
malagueños tuvieron
noticia del suceso
el 25 de octubre de
1976 a
través de una nota del Gobierno
Civil,
que situaba
la rotura en la zona de la Venta
Talavera
(Antequera)
admitiendo que el crudo vertido al arroyo de Las
Piedras
había
llegado a la confluencia con el río Guadalhorce,
del que se surtía
parte del suministro de agua a la ciudad y para el
regadío.
La
contaminación, a la que inicialmente las autoridades restan
importancia asegurando que todo está bajo control, afecta al
suministro a la ciudad, donde el agua no llega a algunas zonas
durante más de ocho días. Finalmente Empetrol
pidió
perdón a la población.
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Arroyo donde se produjo el vertido. |
El
accidente del oleoducto Málaga-Puertollano
corría
el peligro de volver
a repetirse, según
publicaba el diario El
País
el día 6 de noviembre señalando que la
tardía nota informativa hecha pública por la empresa Empetrol,
bajo la presión ciudadana y de la prensa local sobre la rotura del
oleoducto Málaga-Puertollano
no había
aclarado suficientemente
el asunto. Empetrol
hablaba
en su nota de “causas
fortuitas que están siendo cuidadosamente estudiadas”, pero
sin profundizar más.
El
mismo diario informaba de que según
fuentes técnicas competentes, la rotura del oleoducto en el arroyo
de Las
Piedras,
se
debió a un corrimiento de tierras provocado por fuertes lluvias en
una zona del llamado Bujeo
Andaluz, que
está formada por capas arcillosas frecuentes en la provincia. A esto
hay que añadir como probable factor determinante la poca profundidad
del oleoducto en numerosos cruces de arroyo, llegando a veces a estar
enterrado a menos de metro y medio del cauce. Precisamente Empetrol,
antes de producirse el accidente, había encargado a una importante
empresa de obras públicas el estudio y presupuesto del refuerzo de
los cruces de ríos y arroyos para evitar desastres como el ocurrido.
Las mismas fuentes aseguraban
que, de no acelerarse el plan de refuerzo, este accidente podía
volver a repetirse en cualquier momento. Se comprobó
que tras la rotura falló una válvula de seguridad, lo que trajo
como consecuencia que se vaciara petróleo en una longitud de
doscientos kilómetros. Las consecuencias del vertido fueron
catastróficas
para la agricultura y el medio ambiente, y más lenta de superar que
el suministro de agua potable a la capital.
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