En agosto de 1970, un singular avión aterrizó en el aeropuerto de Málaga. Estaba pintado de negro y tenía un conejo blanco con pajarita dibujado en la aleta trasera. De él salió el dueño de Playboy, Hugh Hefner, acompañado de un treintañero llamado Roman Polanski y un buen número de mujeres.
María Callas y Aristóteles Onassis.
En esas fechas llegaban también el matrimonio formado por el príncipe Rainiero de Mónaco y la actriz Grace Kelly, multimillonarios como el Agá Kahn IV o Antonio el bailarín. Su viaje tenía como objetivo la fiesta de inauguración de Puerto Banús, en Marbella. Una celebración por todo lo alto en la que actuó Julio Iglesias con apenas 26 años.
Uno de los primeros en disponer de amarre para su yate en Puerto Banús fue Aristóteles Onassis que frecuentó Marbella junto a María Callas. Luego llegaron muchos más, como el de Adnan Khashoggi. Pero los nombres que se pasearon por el puerto deportivo, el campo de golf, el casino y las viviendas del proyecto inmobiliario incluyen los de Bob Hope, Kirk Douglas, Brigitte Bardot, Gunter Sachs, Stewart Granger, Sean Connery, Audrey Hepburn, Liza Minelli, Lola Flores, media realeza europea, incluida la española, y las mayores fortunas árabes.
El anfitrión e ideólogo de la iniciativa fue José Banús, poderoso empresario que participó en la construcción del Valle de los Caídos y que contó con el apoyo del régimen franquista para urbanizar el litoral marbellí en los años sesenta. La maqueta de su gran proyecto turístico, denominado Nueva Andalucía y que incluía una gran oferta de ocio, se podía ver a comienzos de aquella década en una antigua casa de peones camineros donde Banús instaló su primera oficina.
La joya de la corona de aquel proyecto urbanístico era un puerto deportivo inspirado en el poderío de Mónaco y la belleza de Saint Tropez, en la Costa Azul francesa. Incluía grandes edificios de viviendas, pero el arquitecto Noldi Schreck, uno de los responsables del diseño de Beverly Hills, se las quitó de la cabeza a Banús y las convirtió en pequeños bloques inspirados en Casares, precioso pueblo blanco situado a pocos kilómetros.
Hay que destacar la figura de Alfonso de Hohenlohe como esencial para que se produjera el boom de la Costa del Sol. En 1954 había abierto el Marbella Club cuando el turismo apenas existía. Ejerció desde entonces de una especie de relaciones públicas de la localidad atrayendo a estrellas de Hollywood y la aristocracia europea. Luego todo eso lo puso en manos de José Banús.
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