El 29 de mayo de 1814, a la una de la madrugada llegó a Málaga la noticia del regreso a España del rey absolutista Fernando VII. Las campanas de todas las iglesias fueron echadas al vuelo y a pesar de lo intempestivo de la hora las calles se vieron llenas de gente. Poco después, en Ronda, dieron comienzo las fiestas organizadas por la Real Maestranza de Caballería con motivo del regreso del rey. Según cuentan las crónicas, los festejos se iniciaron con un repique de campanas y por la noche hubo iluminaciones.
Fernando VII. |
En un balcón de la Plaza de Toros estaba el retrato del rey bajo dosel, con la guardia de cuatro maestrantes, espada en mano. Las luces formaban una inscripción que decía, A Fernando VII la Real Maestranza de Ronda. Había otras figuras que representaban al soberano, ya a caballo, ya a pié, aludiendo a su marcha a Francia, al Congreso de Bayona y a su prisión en Valencey y también su regreso a España, con letreros aclaratorios de luces. Las orquestas estaban en los ángulos de la plaza. Hubo fuegos de artificio y con la ayuda de unas cuerda se derribó la estatua de Bonaparte que vino a tierra al estallar el último cohete.
A la mañana siguiente se reunieron en Ronda todas las autoridades en la casa de Alonso Hornillo y Salinas, lugar teniente de la Maestranza y llevaron el retrato del rey a la iglesia de San Pedro, donde hubo función solemne con sermón y tedeum. Por la tarde, todos los maestrantes, con sus caballos vistosamente enjaezados y espada en mano, acompañaron al retrato de Fernando VII que iba en un coche de gala y lo llevaron al Balcón, presidiendo la plaza. Enseguida comenzó el manejo de caballos, corriendo parejas, haciendo evoluciones y escaramuzas y jugando lances. Asistieron unas 20.000 personas. Después se lidiaron novillos. Por la noche hubo baile en casa del lugar teniente. Por los balcones y ventanas se arrojaron al público azafates llenos de dulces. La fachada estaba iluminada, luciendo oportunas inscripciones.
Unas fiestas que se repitieron en Málaga. El cabildo celebró una función solemne predicando el arcediano de Ronda Diego José Benitez. El Ayuntamiento regaló a la tropa 300 duros. En el balcón de las Casas Consistoriales estaba el retrato del rey cubierto por una cortina que descorrieron dos regidores, a la vez que la tropa hizo los honores descargando sus fusiles. Se corrieron toros de cuerda, destinándose al ejército la carne de dos de ellos. También hubo fuegos e iluminaciones. Unas fiestas que se prolongaron días después. El Colegio de Abogados celebró una función en la que hubo bailes de máscaras en un tablado que en la plaza levantaron los gremios.
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