Francisco de Asís García Peláez, periodista y escritor nacido en Málaga en diciembre de 1865 y fallecido en el trayecto marítimo entre La Habana y Nueva York en 1901, a partir de de 1888 se hizo cargo de la dirección del Diario Mercantil, un periódico caracterizado por luchar contra la corrupción, persiguiéndola y denunciándola públicamente en sus páginas con nombres y apellidos.
Francisco de Asís García Peláez.
Estando García Peláez al mando de este diario, llegaron informaciones sobre una serie de fraudes cometidos por el empresario Joaquín Ferrer y Casanova, que se publicaron durante la campaña electoral que promovía su candidatura a Ayuntamiento de Málaga, poniendo en peligro su posible victoria.
El periódico comenzó a denunciar públicamente los fraudes económicos que realizaba Joaquín Ferrer y Casanova, corredor de comercio y director de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, y compañero de candidatura de Manuel Loring Heredia. Enterado Loring de las informaciones del periódico, decidió zanjar personalmente dichas denuncias con su autor, por lo que no fueron pocos los hombres de su entorno los que hicieron visitas a García Peláez en busca de un trato que comprase su silencio.
Al ver que nada de esto funcionaba, uno de los ediles de la candidatura del empresario decidió tomar la iniciativa para acabar con esta situación tan poco conveniente para su futuro político, y ese fue Manuel Loring, que decidió entrevistarse personalmente con Francisco de Asís sin previo aviso en uno de los lugares que más frecuentaba, el Café Inglés.
En aquel local, dijeron los testigos, comenzó una acalorada discusión que poco después se trasladó a un callejón de los alrededores. Allí, Loring golpeó repetidas veces la cabeza del periodista con un objeto punzante hasta que se oyeron tres disparos.
Acto seguido, García Peláez huyó de la escena del crimen, dejando atrás el cuerpo ensangrentado de Manuel Loring. Este último aún seguía debatiéndose entre la vida y la muerte cuando fue trasladado a la casa de socorro más cercana, la de calle San Agustín, donde no pudieron hacer nada para salvarle. Aun así, informaron de que el cuerpo presentaba la herida de dos balas, una de ellas en el estómago y, posiblemente, a quemarropa.
Francisco de Asís García Peláez fue detenido y juzgado por homicidio. El por qué iba armado sin ser conocedor del altercado que viviría aquel día es un misterio, aunque se dice que iba armado desde hacía algún tiempo por protección personal, debido al miedo derivado de las repetidas amenazas procedentes del entorno de Joaquín Ferrer y Casanova, pero la realidad es que nadie más que los dos protagonistas sabrán realmente qué fue lo que pasó en ese callejón y a quién pertenecía esa arma.
En el interrogatorio, el periodista declaró que el primer disparo fue al aire con la intención de intimidar a su agresor y que los dos que le siguieron fueron en defensa propia, coincidiendo con el parte médico que emitió la casa de socorro.
El 24 de diciembre de 1891, el que fuera director del Diario Mercantil fue condenado a diecisiete años de prisión en el penal de Santoña, en Santander. Esta sentencia no solo dio por finalizada su buena reputación social, sino que provocó la clausura del periódico familiar, aunque fueron numerosos los periodistas quienes salieron a defender su inocencia en nombre del buen periodismo.
Desde ese momento, sus hermanos tras clausurar el periódico familiar, dedicaron todos sus esfuerzos a la obtención del indulto para Francisco. Fueron un total de siete años los que se retrasaron los trámites judiciales, en los cuales abogaron escritores consagrados, como Núñez de Arce, Rueda, Tamayo y Baus, comerciantes y obreros tipógrafos de Madrid, asociaciones, academias, prensa madrileña y el mismo pueblo de Málaga, quienes solicitaron la pena de destierro para el periodista.
Obtenido por fin el indulto en 1898 gracias a las incesantes gestiones de su familia y la Asociación de Escritores y Artistas, Francisco García Peláez falleció en mayo de 1901 a bordo del vapor Buenos Aires durante la travesía de La Habana a Nueva York.
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