Dos
polémicas rodean a las dos obras quizá de las más conocidas de
Francisco de Goya, La maja desnuda y La maja
vestida. La primera, aunque casi incuestionable, está
relacionada con la personalidad de la modelo de ambos lienzos. No se
trata, como se ha dicho infinidad de veces, de la duquesa de Alba,
sino de Pepita Tudó, amante y luego esposa de Manuel
Godoy.
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| Pepita Tudó. |
La
segunda polémica está relacionada con el lugar de nacimiento, en
1779, de Pepita Tudó. La mayoría de los investigadores
mantienen que la modelo era gaditana de origen y que estuvo afincada
en Málaga donde fue poseedora de una manzana de viviendas
cerca de la calle Atarazanas, otros sostienen, sin embargo,
que habría nacido en la localidad de Fuengirola.
Hija
de Antonio Tudó y Alemany y de Catalina Catalán y Luesia,
María Josefa Petra Francisca de Paula de Tudó y Catalán,
como consta en el nicho de su tumba, conocida como Pepita Tudó,
que quedóa huérfana del citado artillero gaditano, vivió desde los
16 años junto con su madre Catalina y sus hermanas Magdalena
y Socorro en la casa de Manuel Godoy, valido de Carlos
IV, a la que acudió su madre reclamando los pagos atrasados de
su pensión de viudedad.
Por
las fechas y por el hecho de que las obras en cuestión hubieran
estado inicialmente en una colección secreta de Manuel Godoy,
llevaron a considerar como mucho más probable que la modelo
directamente retratada “haya sido la belleza malagueña Pepita
Tudó”, que en esa época tenía unos 40 años como la
protagonista del cuadro y aunque se pensara que la retratada hubiera
sido la XIII duquesa de Alba, la hipótesis ha sido descartada
ya que fue Godoy quien le encargó la pintura a Goya y
fue su primer propietario conocido; por otro lado, el aspecto de la
duquesa, conocido por varios retratos, difiere del de la maja, por su
estatura más baja y sus formas más redondeadas.
Se
sabe que en un principio, haciendo frente a la moral de la época,
Tudó aceptó posar para Goya en La maja desnuda,
pintada antes de 1800, y La maja vestida, pintada entre 1800 y
1808. Ambos cuadros eran propiedad de Manuel Godoy, y se sabe
que la vestida se hallaba colocada sobre la desnuda, de tal modo que
mediante un mecanismo se descubría este último cuadro.
Ambas
obras que fueron propiedad de Godoy, posteriormente requisados
por Fernando VII y a continuación, en 1814, confiscadas por
la Inquisición, que llegó a interrogar al pintor para que
confesara quién había sido la modelo. Desde 1910 los dos cuadros se
encuentran en el Museo del Prado.
Aunque
se ubica dentro de la estética del neoclasicismo, como otras del
mismo pintor, esta obra de Goya es audaz y atrevida para su
época, por la expresión del rostro y actitud corporal de la modelo,
que parece sonreír satisfecha y contenta de sus gracias. Más aún,
es la primera obra de arte conocida en la cual aparece pintado el
vello púbico femenino, lo cual resalta el erotismo de la
composición.
Pepita
Tudó mantuvo una intensa relación con Godoy, casado con
María Teresa de Borbón por imposición de la reina María
Luisa, quien paradójicamente también fue amante del príncipe
de la Paz. La boda entre Godoy y Pepita se realizo
secretamente el 22 de julio de 1797 en la capilla del Pardo
según Champigny secretario de la embajada francesa en España.
En
1808, tras el motín de Aranjuez, Godoy emprendió el
camino del exilio junto con Pepita Tudó y sus dos hijos, y
viajó hasta Bayona, donde se unió a Carlos IV y María
Luisa. El grupo inició una larga peregrinación por Francia
e Italia hasta asentarse finalmente en Roma en 1812.
Allí
se les cedió el Palazzo Barberini. Mientras los reyes
ocupaban la primera planta, el valido y su familia habitaban en los
bajos. No obstante, la necesidad de mantener las formas hizo que,
meses después, Pepita y sus hijos se instalaran primero en
Pisa y luego en Génova, mientras el valido permanecía
junto a los reyes.
Murió
a los 92 años en su casa de la calle Fuencarral de Madrid,
víctima de un accidente casero el 7 de septiembre de 1869. El fuego
de un brasero prendió sus ropas y acabó con su vida. Fue enterrada
en el cementerio de la Cofradía Sacramental de San
Isidro.
Pepita
Tudó, según la documentación encontrada se convirtió en
propietaria de una manzana de inmuebles en Málaga. El 12 de
septiembre de 1800 firmó ante notario la escritura de compraventa de
la llamada "Isla de Arriarán". El hecho de que se
denominara "isla" no significa que los inmuebles estuvieran
rodeados por el mar, sino que es como se llamaba entonces a las
manzanas de viviendas.
Tudó
realizó la compra gracias a unas actividades que en la actualidad se
considerarían fraudulentas, porque adquirió las casas con bienes
del Estado, que desamortizó una serie de inmuebles que
pertenecían al obispo Molina Lario, y con la evidente
intervención de la mano de Godoy, ya que en una escritura
aparece su nombre. Según reza en esa escritura, la transacción se
realizó por un importe de 910.000 reales de vellón, lo que
equivaldría ahora a dos millones de euros.
Se
da la circunstancia de que en el Quijote Miguel de
Cervantes ya hacía alusión a esta Isla de Arriarán,
entonces "como una zona de malvivir, con truhanes y
delincuentes", cercana al puerto de la capital malagueña.
El
Archivo Histórico Provincial de Málaga guarda
los documentos que dan cuenta de la trayectoria de esa manzana de
inmuebles desde que en 1488 los Reyes Católicos, recién
reconquistada la ciudad de Málaga, se la conceden a García
López de Arriarán, uno de los capitanes vascos que participaron
en las conquistas.’
Tudó
mantuvo la propiedad hasta 1843, cuando una escritura acredita
su venta por "doña Josefa Tudó y Catalán, princesa de
Bassano, habilitada competentemente por el excelentísimo
señor don Manuel de Godoy, príncipe de la Paz, a
Félix Rando Solé”.