Mastodon Málaga y sus historias: colegio
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lunes, 9 de diciembre de 2024

El Colegio Alemán de Málaga

 

El Colegio Alemán de Málaga cuenta ya con más de 125 años de historia. Un camino que no ha sido fácil, con dos guerras mundiales y una guerra civil que condicionaron en gran medida su desarrollo e incluso abrieron un paréntesis de dos décadas de inactividad tras la derrota de la Alemania nazi.


Colegio Alemán en El Limonar.


Pero la colonia alemana en la Costa del Sol, formada por empresarios, comerciantes y profesionales liberales, han sido un ejemplo de constancia y empeño por sacar adelante sus proyectos, consiguió retomar con más fuerza esta segunda etapa, tras el paréntesis entre 1945 y 1966.

En mayo de 1945 los alumnos del Colegio Alemán en Málaga fueron al colegio como cada día y lo encontraron cerrado. “Alemania había perdido la guerra y cerraron todos los colegios alemanes en España”, recuerda una de sus antiguas alumnas.

En 1933, el colegio había tenido que adoptar el espíritu del nacionalsocialismo y desde entonces la bandera del Tercer Reich, con la cruz gamada en el centro, ondeaba sobre su balcón principal.

Tras finalizar la contienda mundial, los aliados pidieron la repatriación de funcionarios y agentes alemanes para su interrogatorio y desnazificación: la administración franquista protegió a los que podían dar testimonio del oculto pasado colaboracionista español con el Eje.

Entre ellos se encontraban diversos profesores y miembros de la Junta de Gobierno del Colegio alemán de Málaga, entre los que se encontraba su director, Walter Johann Zahlingen, aunque finalmente no todos fueron deportados.

El 8 de mayo de 1945, decidida ya la Segunda Guerra Mundial, la escuela se cerró y se precintó con un escueto cartel: “Inmueble incautado por los gobiernos de los Países Aliados”.

El Colegio Alemán se creó con el fin de que los descendientes de los alemanes que se habían instalado en la ciudad mantuviesen el contacto con la lengua y la tradición germanas. Poco a poco el colegio fue creciendo y con él la oferta educativa.

El Colegio Alemán se situaba en el Limonar, en una casa grande al final de la calle dedicada al escritor y político alemán Wolfgang Goethe y destacaba entonces por admitir a niños y niñas, hecho bastante infrecuente en la época, así como por contar con sala de cine, biblioteca, aparatos de gimnasia y una enfermería con cámara de rayos X.

La enseñanza se podría considerar bastante avanzada, ya que en preescolar se contaba con una profesora especializada en los métodos Froebel y Montessori, y en los cursos superiores se daba clase al aire libre cuando el tiempo lo permitía. El alumnado recibía formación en cuatro idiomas, e incluso había un servicio de transporte escolar.

En la actualidad, este centro este centro está ubicado en la la localidad de Ojén en Málaga.

miércoles, 9 de junio de 2021

El hospicio de Madre de Dios

 

En la céntrica calle malagueña de Madre de Dios existió en el siglo XVIII una institución dedicada a recoger niñas huérfanas para darles alojamiento, comida e instrucción. El colegio de Nuestra Señora de la Concepción, tuvo su origen en la labor realizada por un grupo de beatas pertenecientes a la Orden Tercera de San Francisco, unas personas que sin ser monjas sí que habían profesado votos de castidad y hábito. (1*)

Calle Madre de Dios.


Fue en concreto la hermana Josefa de Santa Rosa la que, hacia 1704, inició en su casa del Postigo de Arance el recogimiento de niñas huérfanas que andaban errantes por las calles de la ciudad, después de que sus padres las abandonaran o murieran en alguna de las habituales epidemias que azotaban a los malagueños durante la Edad Moderna.


Estas niñas vagabundas tenían que mendigar por las calles y caían con facilidad en la prostitución. En estos establecimientos benéficos las huérfanas paliaban sus necesidades corporales y también se las instruía en las primeras letras y enseñaba un oficio. En el colegio de huérfanas se enseñaban las tareas de coser, bordar, tejer medias e hilar, obteniendo el centro con la venta de estas labores una fuente de ingresos.


Con el apoyo del obispo y del Ayuntamiento, en 1707 por orden del rey Felipe V les fue cedido a la ordenun edificio que anteriormente habían habitado las religiosas capuchinas en la calle Ancha de Madre de Dios de la Merced como colegio y residencia. Inmediatamente ocuparon el edificio las niñas, quedando el colegio bajo el patronato municipal por otra orden real de 1714, después de varios años de tensiones entre las autoridades locales y la fundadora e impulsora de la obra, la citada hermana Josefa de Santa Rosa. Esta mujer, de fuerte carácter, se mantuvo al frente de la institución hasta su muerte en noviembre de 1741, siendo sustituida entonces por la hermana Josefa de San Juan, antigua alumna del centro.



El reglamento del colegio de huérfanas disponía que estuviera dirigido por una rectora, auxiliada por dos maestras y una hermana portera que se ocupaba de la puerta, el torno, la despensa y la sacristía. La admisión de las niñas debía estar autorizada por el Cabildo municipal, debiendo cumplir las condiciones de estar necesitadas, tener más de seis años y estar huérfanas de padre y madre, teniendo preferencia las hijas de padres nobles.


El uniforme de las colegialas era de lana color pardo, con escapulario azul y toca de lienzo, semejantes a los de otros colegios similares. Las niñas permanecían en la institución hasta que alcanzaban la edad suficiente para seguir alguna de las alternativas previstas para estos casos, y para las que habían sido formadas, profesar como religiosas, ser requeridas como doncellas por alguna dama malagueña o contraer matrimonio. En este último caso se les ayudaba a elegir entre los pretendientes, que debían ser maestros u oficiales que tuviesen un oficio decente aunque fuesen pobres, buena opinión entre sus vecinos y fama de cristianos viejos.


(1*) Información extraída de la publicación La mirada recuperada. Memoria de Mujeres en las calles de Málaga, de Víctor M. Heredia Flores, editado por el Ayuntamiento de Málaga.

lunes, 18 de enero de 2021

Hundimiento en el colegio de las Carmelitas

El 17 de octubre de 1968 se produce un derrumbamiento en el colegio de las Carmelitas en el Limonar que provoca la muerte de tres niñas y numerosas heridas. Un dramático suceso que ocurrió madrugada y en el que se hundió una nave del primer piso en la que en aquellos momentos dormían alrededor de 40 niñas, que cayeron entre los escombros sobré la planta baja.


Uno de los dormitorios del colegio en esa época.


Según la información recogida por el diario La Vanguardia, era de suponer el pánico que se desató entre las religiosas y alumnas de la institución, que a esa hora dormían tranquilamente. Fueron los vecinos de casas colindantes al colegio los primeros en advertir la tragedia y por ello se lanzaron rápidamente a iniciar unos las tareas de salvamento y otros a avisar a los bomberos, casas de socorro y hospitales para que estuvieran dispuestos a recibir a las víctimas, ya que en los primeros momentos se desconocía el alcance del siniestro.


Rápidamente acudieron los bomberos y varias ambulancias para recoger a las niñas que eran extraídas tras una labor verdaderamente angustiosa, puesto que la masa de escombros y muebles, era verdaderamente enorme. Por todos lados se oían sollozos y gritos, hasta el extremo de que los que estaban realizando las tareas de rescate no sabían a donde acudir. A la clínica del Limonar fueron llevadas 12 niñas; a la casa de socorro del Hospital Noble, 10; y dos al Hospital Civil. Fallecieron las dos trasladadas al Civil y otra de las llevadas al Hospital Noble.


Durante las tareas de salvamento se produjeron escenas de gran patetismo. Cuando los bomberos llevaban más de hora y media de trabajo, oyeron los sollozos de una pequeña, comprobando que en una parte inverosímilmente reducida del piso, que había quedado en pie, se balanceaba una cama en la que se hallaba una niña de unos tres años, que fue rescatada ilesa. Al mismo tiempo, fue rescatada otra de ocho años que sufría conmoción cerebral.


En prevención de nuevos derrumbamientos, todas las niñas que dormían en zonas colindantes a la del suceso, unas 80, fueron desalojadas y trasladadas al comedor del colegio, que ofrecía mayor seguridad. En total, en el colegio de las Carmelitas había 104 alumnas internas, de las cuales 24 son las que sufrieron las consecuencias del derrumbamiento. Las niñas tenían de 3 a 10 años, todas de modesta condición, enviadas allí por el Tribunal Tutelar de Menores o por la Junta Protectora de Menores.


Los técnicos y bomberos sostuvieron que !a causa del hundimiento había sido la excavación practicada para la construcción de un nuevo edificio que, según confirmaron, había dejado el dormitorio prácticamente sin sujeción alguna. Una de las profesoras , había advertido una grieta, aunque no le dio al hecho la importancia que después tuvo.


El nerviosismo y la confusión reinó entre las religiosas, hasta el extremo de que la madre superiora que padecía una enfermedad crónica de tipo hepático, tuvo que ser internada en la clínica del Limonar, muy cercana al colegio, y donde fueron hospitalizadas doce niñas.


 

jueves, 29 de octubre de 2020

Colegio de Huérfanos Ferroviarios

 

El día 7 de septiembre de 1935 se inaugura el Colegio de Huérfanos Ferroviarios en Torremolinos. La construcción de este orfanato, levantado junto a la playa, fue una labor de la Asociación Nacional de Empleados y Obreros de los Ferrocarriles de España, con el fin de garantizar el sostenimiento y educación de los huérfanos. El edificio, con capacidad para 300 niños, es obra del arquitecto Francisco Alonso Martos.


Antiguo Colegio de Ferroviarios.


El Colegio de Huérfanos Ferroviarios de Torremolinos aún está presente en la memoria de muchos malagueños. En sus 38 años de vida, por sus aulas pasaron miles de alumnos en régimen de internado. En un principio, el colegio era masculino, luego fue mixto y finalmente albergó solo a niñas de hasta doce años. El nexo común de los niños y niñas que tuvieron su hogar en ese centro fue ser huérfanos de padre. Todos los trabajadores de los ferrocarriles aportaban una cuota obligatoria para el mantenimiento de los seis colegios que llegaron a funcionaren Madrid, Torremolinos, Alicante, Palencia, Ávila y León.


El centro, además de garantizar la correcta nutrición de los alumnos y facilitarles una educación que la falta de medios de muchas madres no habría podido ofrecerles, fue un verdadero hogar para los internos, además de permitirles una oportunidad para salir adelante una vez cumplida la edad de abandonar la institución, de ahí que aún muchos exalumnos recuerden con cariño esa etapa inicial de sus vidas.


El primer colegio de huérfanos de ferroviarios que se abrió fue el de Madrid el 11 de mayo de 1930. Sus 500 plazas pronto se ocuparon y hubo una fuerte demanda para entrar. Esa situación hizo que la junta directiva de la Asociación de Ferroviarios de España decidiese la construcción de otro centro. La provincia elegida fue Málaga y el lugar, Torremolinos.


Como se recogía en el boletín del colegio de Madrid, “el terreno del nuevo centro de Torremolinos cuenta con una superficie de 23.180 metros cuadrados, con fachada a la carretera de Málaga a Cádiz y una profundidad media hacia el mar de ciento sesenta metros”. El solar estaba treinta metros por encima del nivel de la playa y a unos 200 metros de distancia de esta. Era un enclave inmejorable. El arquitecto diseñó un centro que destacaba por su funcionalidad. El Colegio de Huérfanos de Ferroviarios de Torremolinos tenía forma de avión, como se apreciaba con nitidez viéndolo desde el aire.


El colegio en un principio fue dirigido por personal laico, aunque en su última etapa llegaron las Hermanas de la Caridad. El colegio de Torremolinos se cerró en 1973. Durante 17 años sufrió un proceso de deterioro. La Junta de Andalucía lo declaró Bien de Interés Cultural en 1990. Tras ser restaurado por el Ayuntamiento de Torremolinos, se abrió al público en 2001 como Centro Cultural Pablo Ruiz Picasso.