Mastodon Málaga y sus historias: espías
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jueves, 4 de diciembre de 2025

Desmond Bristow, responsable del contra espionaje

 

Desmond Bristow, tras la II Guerra Mundial se convirtió en jefe de estación de MI6 para España y Portugal, es decir, máximo responsable del espionaje británico en la península ibérica. Tras dejar el MI6 (1954), Bristow se trasladó a vivir con su esposa a Periana. Varias biografías añaden que hicieron “su hogar en un antiguo ingenio de caña de azúcar reutilizado como vivienda”. Falleció en Vélez-Málaga y sus cenizas reposan, junto a las de su esposa, en el Cementerio Inglés de Málaga.


Desmond bristow el día de su boda.


Nacido el 1 de junio de 1917 en Birmingham (Reino Unido), creció en Punta Umbría (Huelva), segundo hijo de un ingeniero de minas inglés, Bristow tuvo como primera lengua el castellano de Andalucía, lo que no evitó que el escritor malagueño José Antonio Muñoz Rojas, su posterior profesor de español en Cambridge en los años de la Guerra Civil, le otorgara un ampuloso título: el peor alumno.

Fue nombrado después de la Guerra Mundial jefe del espionaje británico en Madrid. Entonces Franco no era ya el posible enemigo, sino un elemento de estabilidad. El nuevo peligro mundial era la Unión Soviética, y los nuevos amigos de Inglaterra eran militares que simpatizaron con los nazis. Bristow preparó la llegada del primer embajador británico a Madrid después del triunfo de Franco, y, mientras asesoraba sobre futuras operaciones comerciales hispano-británicas, participaba en cacerías en las sierras castellanas. El espionaje había dejado de ser arma de guerra para convertirse en herramienta de la paz, según escribió en la necrológica de Bristow en El País el escritor malagueño Justo Navarro.

Navarro también reseñaba que su formación de espía la hizo con Kim Philby, en cervecerías y despachos donde sonaban discos de Gershwin y Duke Ellington. Bristow lo recordaba en Periana, en esa zona de Andalucía que parece mítico refugio de agentes secretos. Nunca renegó de sus amigos: ni de Kim Philby, el mítico desertor a la Unión Soviética. Bristow dejó su cargo en 1953 y, desaparecido del servicio secreto.

jueves, 12 de diciembre de 2024

Cine de espías en Málaga

 

El cine español también adaptó el cine de espías, pero desde la parodia. Entre esas cintas estuvo la producción de Mariano Ozores que unió a la pareja cómica formada por Gracita Morales y José Luis López Vázquez para poner en escena una disparatada historia con agentes secretos chinos y bombas atómicas. El título de la cinta, estrenada en 1967, se tituló ‘Operación cabaretera’.


Fotograma de la película.


Entre las localizaciones rodadas en la capital se pueden observar la Plaza de la Marina y, sobre todo, la Alcazaba de Málaga, donde el agente chino escapa de unos asesinos.

Una persecución por el monumento de origen árabe que tiene lugar desde la puerta conocida como el Arco del Cristo al Patio de Armas con su fuente renacentista, pasando por las murallas.

En la película, Gracita Morales interpretaba una versión cómica y personal del tema de Raphael Yo soy aquel, con José Luis López Vázquez a la guitarra. También se rodaron exteriores en Marbella.

El filme, estrenado en 1967, dirigido por Mariano Ozores, contó con un reparto integrado, entre otros, por Gracita Morales, José Luis López Vázquez, Mara Cruz, Tomás Blanco, Marisol Ayuso, Antonio Ozores y Mario Morales.


Fuente documental: www.malagafilmoffice.com




lunes, 27 de septiembre de 2021

El espía Ricardo Sicre y la operación Banana

 

La historia del espía Ricardo Sicre, español, pero nacionalizado norteamericano, es apasionante en todos los sentidos, aunque son muchos los que desconocerán su relación con Málaga a través de la fallida Operación Banana, de la que Sicre era el máximo responsable y cuya red de agentes fue desarticulada por los franquistas en Málaga lo que causó un hondo pesar a Sicre, quien pensaba que los Estados Unidos se esforzarían más por salvar a sus agentes españoles.


Ricardo Sicre.


Es poco conocida la relación que mantuvieron la CIA, entonces OSS y el Partido Comunista Español a principios de los años cuarenta. El objetivo era colaborar en la ‘Operación Banana’ para sabotear y recabar información de las fuerzas franquistas. La operación se mantuvo hasta que los americanos cambiaron de opinión y decidieron dar su apoyo al general Franco.

En un principio, los aliados querían conocer hasta qué punto estaba implicado Franco con el Eje (Alemania, Japón e Italia). Los republicanos seleccionados tendrían que infiltrarse en España para informar sobre movimientos de tropas, lo que permitiría, en su caso, a los aliados anticiparse a una ofensiva contra sus ejércitos en el norte de África. Las misiones de los espías en cada ciudad recibieron nombres de frutas. En Barcelona, Operación Cereza; en Madrid, Limón; Cartagena, Naranja; Melilla, Albaricoque y Cádiz, Uva. Y en Málaga, Banana.

En el caso de la Operación Banana, en septiembre de 1943, Ricardo Sicre envió a tres agentes hacia España en un viaje a bordo de un barco francés. Francisco Bueno, uno de ellos, era de Málaga y conocía cada recoveco de la costa y tenía contactos sobre el terreno. Le acompañaban el comandante de tanques Jaime Pérez Tapia y el radiotelegrafista Manuel Lozar. Desembarcaron con armas, una nueva radio y 50.000 pesetas , que entregaron a los responsables del PCE. Durante dos meses, los espías en territorio español se dedicaron a obtener y transmitir información.

Pero surgió otro contratiempo, los ingleses, por medio de su embajador en Madrid, sir Samuel Hoare, habían desarrollado otros planes para España. Por medio de una red de sobornos a los generales de Franco, pretendían asegurarse la neutralidad española sin necesidad de intervenir. La Operación Banana podría poner en riesgo todos sus planes. No querían oír nada de agentes infiltrados. Con la neutralidad de España, la guerra finalmente no pasaría por la península.

En marzo de 1944, la Brigada Político-Social, a través de un delator infiltrado, Antonio Rodríguez López el Chato, los miembros de la misión son arrestados. Tras los interrogatorios, cayeron doscientas personas involucradas. Los aliados se lavaron las manos.

Añadir que antes de las detenciones el malagueño Francisco Bueno presintió que algo iba mal. Como cada noche, fue a ver a su mujer a casa del padre de esta, en Málaga. Una cortina de la vivienda estaba corrida y la luz encendida: señal de peligro. Emprendió la huida. Pero la Brigada Político-Social detuvo a su esposa y a su suegro: les condenaron a 15 años de cárcel y a pena de muerte, respectivamente. Al final cumplirían 2 y 12 años de prisión tras la revisión de sus condenas.