Mastodon Málaga y sus historias: franquistas
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lunes, 17 de febrero de 2025

El refugio antiaéreo

 

El refugio antiaéreo de Málaga se encuentra enclavado detrás del Banco de España, cerca del Ayuntamiento de la capital y próximo a la entrada del ascensor que conduce a La Alcazaba. Son unos 50 metros de un túnel excavado bajo La Alcazaba que se construyó el año 1936 para refugio de los cargos municipales, teniendo en cuenta que la aviación de los sublevados tenía como principal objetivo el edificio del Banco de España, Al parecer, existia la intención de darle una salida por el otro lado del monte.


Refugio antiaéreo.


El suelo está relleno de tierra, aunque es posible que en un principio tuviera losas, una suave rampa conduce a la única intersección del refugio. El camino de la derecha es un pequeño hueco que no va a ninguna parte, por lo que se piensa que quizás se tratara de una ampliación del refugio antiaéreo, interrumpida por la caída de la Málaga republicana en febrero del 37.

El pasillo más amplio, el proyectado como refugio contra los bombardeos, es el de la izquierda, con 50 metros que siguen la muralla de Guillén Sotelo, en el que todavía cuelgan de la pared derecha algunos tramos del tendido eléctrico de los años 30 mientras que también se ven cables por el suelo.

En mitad del camino aparece una bovedilla de ladrillo y trazada en cemento una inscripción que reza ‘Junio 1939’. El refugio sólo se utilizó durante el periodo republicano, pues a partir de febrero del 37, con la ciudad tomada por las tropas de franquistas no hubo ningún bombardeo sobre Málaga. Este lugar es un testimonio de la historia de la ciudad durante uno de los periodos más difíciles de España.


Fuente documental: El refugio antiaéreo más desconocido. Alfonso Vázquez. La Opinión de Málaga, 7 de junio de 2021

martes, 24 de noviembre de 2020

Los referéndums en el franquismo

 

Como era de esperar, España, y Málaga no es una excepción, prestan un masivo apoyo a la Ley de Sucesión que da continuidad al régimen franquista. Planteado como una disyuntiva entre el "a la paz de Franco" y el No "igual a la barbarie roja", el 6 de julio de 1947 quedan pocas dudas. En la capital se producen 177.506 votos a favor, y 3.905 en contra. En la provincia el resultado es de 370.599 frente a 11.412.


Póster de propaganda gubernamental pidiendo
el voto afirmativo en el referendum.


Durante el franquismo se celebraron dos referéndums. Uno, el ya referido en 1947, para aprobar la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, y, en 1966, para hacerlo con la Ley Orgánica del Estado. En ambos casos, el resultado fue aplastante en favor del sí, con una oposición testimonial de 3.725 y 11.412 votos respectivamente, y una participación próxima al 100 por ciento en la capital en 1947 y superior al 90 por ciento en 1966.


Conseguir esas cifras de participación fue la obsesión del régimen en los referendos, y a ello contribuía una presión propagandística extraordinaria sobre los electores poniendo de manifiesto las realizaciones del régimen e identificando el voto afirmativo con el sí a Franco. En 1947, la jerarquía eclesiástica respaldó abiertamente el referéndum y la propaganda oficial se dirigía a los católicos indicándoles que votar sí suponía "estar en paz y gracia de Dios".


En 1947, los trabajos de organización del referéndum en Málaga costaron 190.000 pesetas, según la documentación del gobernador García del Olmo, e incluían, aparte de los gastos de las actividades propagandísticas del Frente de Juventudes, numerosas partidas para alimentos a los enfermos, detenidos, niños pobres, o recetas de farmacia, en el más puro estilo caciquil de la Restauración, aunque ahora corriendo por cuenta del Estado.


El apoyo también se lograba mediante la coacción. Como el voto era obligatorio, un edicto del alcalde de Ronda advertía a las empresas que serían sancionadas en caso de pagar nóminas sin la presentación por los trabajadores del certificado de voto y recordaba los posibles perjuicios en caso de no votar a los beneficiarios del subsidio familiar.


El temor a las represalias por la abstención quedaría impreso en la memoria de los malagueños de cierta edad, como se puso de manifiesto en las primeras votaciones de la democracia cuando siguieron pidiendo certificados de votación en las mesas electorales.