Mastodon Málaga y sus historias: Capuchinos
Mostrando entradas con la etiqueta Capuchinos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Capuchinos. Mostrar todas las entradas

miércoles, 19 de noviembre de 2025

Fábrica de productos químicos “El Sol”

 

En 1854 unos empresarios malagueños del comercio marítimo levantan, con la más moderna tecnología, en una parte del convento de Capuchinos una fábrica de sulfúrico y de sosa. Su ubicación en el convento de Capuchinos ilustra cómo espacios religiosos fueron reutilizados para la industria en Málaga en el siglo XIX.


El Convento de Capuchinos albergó la fábrica.


Fabricaba sulfúrico, sosa, bujías esteáricas y cerillas. Sus bujías esteáricas tenían merecida fama, como demuestra que fueron premiadas en la Expo de Londres de 1862 y en la de Málaga del mismo año.

La fábrica “El Sol” destacó porque utilizaba “la más moderna tecnología” en su época para producir estos químicos. El método Leblanc para producción de sosa ya estaba en marcha en Málaga y alentaba esta industria química. Sus mejores momentos se situaron entre los años 1860 y 1878. Tras un cambio de propietarios tan solo fabricaban jabón. Cerró a finales del XIX.


Fuente documental: Málaga. La industria química en el siglo XIX. Fco. Rodríguez Conejero

lunes, 26 de mayo de 2025

El Asilo de San Bartolomé

 

El Asilo de San Bartolomé, fue fundado por el sacerdote y canónigo malagueño Eduardo Domínguez Ávila (1838-1904) para acoger a los numerosos huérfanos y mendigos del barrio de Capuchinos, muy castigado por la crisis industrial que se padecía por essos años.


Banda de Música del Asilo.


El Asilo de San Bartolomé había sido inaugurado el 14 de agosto de 1871 en el número 4 de la calle de Montaño, pero poco después se trasladó a la calle de Gigantes, donde dispuso de unas instalaciones más amplias y capilla. Como el número de acogidos no cesaba de crecer, la institución se mudó de nuevo, ésta vez al barrio del Molinillo, donde ocupó el inmueble de la antigua fábrica de fósforos de Juan Casielles, en el camino de Casabermeja. Posteriormente se obtuvieron varias donaciones de terrenos y en una visita que realizó a la ciudad el reyAlfonso XII en 1877, el 19 de marzo se puso la primera piedra para un nuevo edificio.

Este asilo ocupó el extremo más septentrional de la antigua huerta de los Capuchinos. En este mismo año, una enfermedad mental hizo aconsejable que su fundador, el sacerdote Domínguez Ávila, entregase la gestión del asilo al obispo Manuel González, quien constituyó una comunidad diocesana de sacerdotes a la que encomendó esta misión.

Hay que señalar que Eduardo Peinado, otro malagueño que emigró a los Estados Unidos de América, donde falleció, en su testamento consignó las condiciones para fundar un asilo en un barrio de su ciudad natal con el objeto ele acoger a huérfanos y proporcionarles formación. El edificio, proyectado por el maestro Eduardo Strachan, fue construido sobre terrenos ele la antigua Huerta de los Frailes capuchinos y se concluyó en 1887, aunque posteriormente pasó a fusionarse con el Asilo de San Bartolomé, al que se adosaba y con el que mantenía comunicación a través de una puerta. Una lápida colocada en su fachada se encargaba de dejar constancia de su origen. Una calle dedicada a Peinado junto al colegio Salesiano, en el barrio de Molinillo-Segalerva, recuerda un apellido que muchos no llegan a identificar.

En 1884 residían de forma permanente en el Asilo de San Bartolomé niños, por lo que teniendo en cuenta las necesidades crecientes se constituyó la Sociedad Protectora de los Niños de Málaga, de la que se redactaron Estatutos.

Fuente documental: Transformaciones urbanísticas en la huerta del convento de Capuchinos de Málaga: El asilo de Eduardo Peinado. Francisco José Rodríguez Marín Revista Isla de Arriarán.

lunes, 21 de marzo de 2022

Diego Villalba, el Bollero

 

Diego Villalba Jiménez, el Bollero, nació en 1898 en el barrio malagueño de El Molinillo, en una casamata de la calle Salamanca, donde vivía con su madre y su padre Diego Villalba Lozano, que trabajó muchos años de confitero y que fue el creador de los típicos bollos de aceite malagueños.


El Bollero. Foto: Arenas


Aunque Diego Villalba naciera en El Molinillo, era capuchinero de pura cepa, ya que tuvo que trasladarse con su familia a la Alameda de Capuchinos cuando era muy joven y más tarde formó su propio hogar en la calle Hurtado, donde transcurriría casi toda su vida en medio de una gran de popularidad, no exclusivamente en su barrio de Capuchinos, sino en toda Málaga.

El Bollero tenía dos vertientes artísticas en el carnaval malagueño. Por un lado, como figura individual, cuando las circunstancias le obligaban a salir sin agrupación, a modo de pregonero-romancero, y cuando salía lo hacía subido a un coche de caballo portando una cartela con dibujos, en cuyas viñetas señalaba con un largo puntero e iba parodiando alguna historia. Era detenerse el vehículo en cualquier calle y formarse, de inmediato, un gran corro de curiosos que reían, celebraban y aplaudían su repertorio.

La otra vertiente carnavalesca de el Bollero había que situarla en la murga más interesante y conocida de la época, la cual llevaba su propio nombre, La Murga del Bollero. Sus apariciones publicas a finales de la década del siglo pasado y durante los años 20 demostraron que había sabido conectar perfectamente con el espíritu de los mejores carnavales locales. La gente esperaba sus apariciones y ocurrencias en la calle Dos Aceras. La vida carnavalera del barrio de Capuchinos se centraba, y durante casi todo el año, entre la Carrera de Capuchinos, Los Postigos o la calle Hurtado. La murga de el Bollero era la más representativa del barrio y en Málaga, una de las más esperadas.

El año de la murga ‘La Niña a lo Garçón’, 1920, felices días de la europea belle Époque, hizo su murga inspirada en el histórico corte de pelo de las mujeres fieles a la moda francesa. Diego Villalba también hizo popular la murga ‘Los Papas Fritas’ en el año 1928, pero no menos famosas fueron ‘Los Niños Zangolotinos’ o ‘Los Negros’ de 1929.


domingo, 11 de octubre de 2020

Anita Carmona Ruiz, la malagueña que hizo historia en el fútbol

 

En los años 20 y 30 del pasado siglo las mujeres tenían prohibido practicar el deporte del fútbol, porque los médicos consideraban que era “perjudicial para la salud”.


Ana 'Nita' Carmona Ruiz.


Pero hubo pioneras que quisieron romper las normas establecidas. Este fue el caso de Anita Carmona Ruiz, una malagueña nacida el 16 de mayo de 1908, que llegó a vestirse de hombre, cortándose el pelo y colocándose vendas en el pecho para disimular su silueta y poder jugar en los equipos masculinos de la época. Nita, como era conocida popularmente, desafió las reglas, gracias a la ayuda de algunos hombres, que le permitieron disputar partidos con el Sporting de Málaga y el Vélez CF.Veleta' era el apodo que sus compañeros de equipo pusieron a Ana Carmona, “porque para jugar se transformaba en hombre”.


Nita nació en el popular barrio de Capuchinos, y era la hija menor de un estibador del puerto, donde por aquel entonces los marineros ingleses jugaban a un extraño deporte llamado ‘football’. No pasó calamidades, pero sí castigos morales y numerosas descalificaciones, cuando ya en edad juvenil participaba en los partidos que se disputaban en la explanada cercana al cuartel de Artillería y que años más tarde, en 1925, se convertiría en el campo de las Escuelas Salesianas, hoy en día el popular campo de Segalerva.


Nita Carmona cumplió su sueño y consiguió disputar numerosos partidos, primero con el Sporting de Málaga y luego con el conjunto veleño, a donde fue ‘desterrada’ por su familia tras enterarse de lo que estaba haciendo. En la capital de la Axarquía vivían unos parientes, y sus padres decidieron, por consejo de un tío médico, que lo mejor para ella era que se marchara al pueblo “para no seguir poniendo en riesgo su vida”.


El párroco Francisco Míguez Fernández fue su gran valedor. Enamorado de este deporte y al amparo de las directrices educativas salesianas, fundó el Sporting de Málaga, equipo que, con el tiempo, fue uno de los más representativos de la ciudad.


Con la creación de la Federación Sur y la Junta Local de Árbitros, se extendió la prohibición de que pudiera jugar una mujer en una competición para hombres, lo que limitó la presencia de Nita en los campos de fútbol hasta el punto de que algunos guardias urbanos controlaban, a demanda federativa, los partidos que se disputaban en Segalerva por si ella aparecía y salía a jugar, evitando así que algunos espectadores le propinaran insultos, y que al final de todo originaba una denuncia a la jugadora.