Mastodon Málaga y sus historias: bando
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viernes, 20 de septiembre de 2024

El ruido en las calles en 1820

 

Entre las muchas curiosidades recogidas en las Efemérides Malagueñas de Díaz Escovar se encuentra una comunicación del 27 de julio de 1820 en el que el capitán general, marqués de Campo Verde, dirigía al ayuntamiento de la capital malagueña, que demuestra que el ruido y la mala educación ya suponían entonces un problema para los vecinos.


Primera foto panorámica de Málaga en 1860. BNE.


El comunicado decía que «He sido informado desde mi llegada a esta plaza que en todas o las más de las noches, se distribuyen porción de ciudadanos por las calles, insultando a los vecinos pacíficos en el descanso de sus casas con expresiones de las que la ley tiene por ofensivas, amenazando sus vidas y últimamente cantándoles responsos, al mismo tiempo que tocan una campanilla, dando lugar con estos excesos a que los enemigos del Sistema Constitucional se persuadan de que los autoriza el Código Sagrado que hemos jurado, cuando ni éste ni los decretos de las Cortes, permiten que se falte a lo prevenido por las leyes, antes por el contrario, pues que la libertad civil de que gozamos no es ni puede ser licencia ni anarquía».

La referida comunicación terminaba señalando que, «llegando hasta el extremo de ausentarse muchas personas de esta ciudad. En este concepto y prescindiendo de otros avisos que me hallo sobre ‘proyectos tumultuarios’, no puedo dejar de advertir que semejantes procedimientos son contrarios a la Constitución».

lunes, 30 de mayo de 2022

Prohibido caminar por la izquierda

 

La consolidación del régimen franquista tras la Guerra Civil, acompañada de la fuerte influencia de la iglesia católica, llevaron a los dirigentes políticos de la época a adoptar medidas, algunas bastantes ridículas, encaminadas, supuestamente, a mantener el orden, la moral y las buenas costumbres en los lugares públicos. Málaga no fue una excepción.


Pedro Luis Alonso, alcalde de Málaga.


El 12 de abril de 1940, el alcalde de Málaga, Pedro Luis Alonso, dicta un bando municipal que impone la obligatoriedad a los peatones de caminar por la derecha de las aceras, bajo multa por incumplimiento de 5 pesetas. Según reflejó la prensa de la época, en tan solo 5 días se impusieron sanciones por importe de casi 3.000 pesetas, a pesar de las protestas ciudadanas.

Meses más tarde, en junio de 1940, el gobernador civil de la provincia, José Luis Arrese, ordenaba a los alcaldes, especialmente de los municipios costeros, que velasen por el cumplimiento de una orden sobre la moral y el decoro que tenían que seguir los bañistas en las playas. Hombres y mujeres debían estar en zonas separadas, al tiempo que se prohibió que las mujeres usaran bañadores masculinos. En el caso de los hombres, no estaba permitido el uso del traje de baño que fuese solo un pantalón.

Además se impedía, bajo multas de entre 10 y 500 pesetas, que los ciudadanos salieran de la zona habilitada para el baño en bañador o en albornoz. Tampoco se autorizaba que para tomar el sol se luciese un traje de baño más pequeño que el empleado para meterse en el mar. Además de tener que pagar la sanción, el nombre de los infractores se publicaba en la prensa para escarnio público.

viernes, 28 de mayo de 2021

El bando de Teodoro Reding que pretendió modernizar Málaga

 

Teodoro Reding fue un general del ejército español, considerado héroe de la Guerra de la Independencia, que ocupó diversos cargos en el seno de las Fuerzas Armadas, pero en esta ocasión se relaciona con la Historia de Málaga por su papel de gobernador de la capital, nombrado por el rey Carlos IV, y por su intento de transformar la ciudad en una urbe moderna.

Teodoro Reding.


Testimonio de sus intenciones y una buena muestra de la Málaga de principios del siglo XIX es el bando que dictó el 19 de agosto de 1806 en el que, entre otras muchas cosas ordenaba que nadie blasfemara de Dios, la Virgen ni sus santos, ni hiciesen votos ni juramentos.


El curioso documento, que se reseña aquí en el lenguaje de la época, señala que ninguna persona consintiese en su casa, juegos prohibidos, y en los de truco, billar y otros no se tuvieran más interés que el permitido por la Real Pragmática de 8 de octubre de 1771.


En la misma legislación, recogida por la prensa de la época, se disponía que no se permitiese el uso de armas. Que regresasen a sus pueblos aquellas personas que por la escasez de años anteriores llegaron a Málaga en busca de medios de vida, no tuvieran oficio o empleo conocido. Además de que se investigase a los que vivían en la vagancia, considerándose como vagos a los que siendo hombres útiles se dedicasen a vender por las calles comestibles innecesarios para el abasto común.


Además, se disponía que se recogiesen a los niños dedicados a pedir limosna, abandonados y perdidos y que los conductores de legumbres y frutas, las exhibiesen en los sitios destinados al efecto, sin intervención de regatones (sin regatear). Por otra parte, se ordenaba que se proveyesen de licencia los dueños de fondas, mesones, cafés, y otros establecimientos, bajo pena de tres días de cárcel, por la primera vez.


También se ordenaba a los carniceros que no hicieran distinciones, ni ajustes privados, ni defraudes en el peso. Que los comestibles no se ocultasen para aumentar los precios, ni se vendiesen en otros precios que los fijados por arancel. Que las tiendas, tabernas y puestos de licores, se cerrasen una hora después de Oraciones.


Además se ordenaba que los maestros de obras no las emprendieran sin reconocimiento de los Alarifes públicos. Que los médicos y cirujanos diesen parte de las enfermedades contagiosas y de los heridos que curasen. Que al ocurrir un incendio se avisase a la Parroquia y acudiesen a cortarlo los Alarifes y carpinteros.


Por último y además de otras disposiciones, se ordenaba que los marineros regresasen a sus barcos lo más una hora después de Oraciones y los que vagasen fuesen llevados a los Cuerpos de Guardias. Todas las multas se pasarían al Tesorero de la Real Hacienda.