Mastodon Málaga y sus historias: cabildo catedralicio
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miércoles, 8 de septiembre de 2021

Antonio Ramos, el arquitecto de la catedral de Málaga

 

Antonio Ramos Medina, nacido en Málaga en 7 de enero de 1703 y fallecido en la misma ciudad el 27 de noviembre de 1782 fue un arquitecto que destacó, principalmente, por ser el maestro mayor de la construcción de la Catedral de Málaga. A los veinte años se había incorporado, mandado contratar por el arquitecto José de Bada, como tallista de capiteles, a las obras . En 1756 pidió el título de maestro mayor de la Catedral, que no se le concedió hasta 1760, tras la muerte de José de Bada. Aunque debido a las continuas ausencias y problemas de salud de este último, realizó funciones más amplias que las de aparejador cuando se estaban comenzando los cimientos de la torre actualmente inconclusa.


Catedral de Málaga.


También fueron destacadas sus numerosas intervenciones en edificios religiosos de Málaga, entre los que resaltan la iglesia de los Mártires y San Felipe o el Palacio del Obispo. Su propuesta para evitar los frecuentes desbordamientos del río Guadalmedina, fue muy beneficiosa para la capital malagueña, ya que constituían el peor azote por las catastróficas inundaciones que sus riadas provocaban. La idea consistía en eliminar tortuosidades del recorrido y puentes que entorpecían el cauce, y construir otros nuevos y dos canales paralelos externos para recoger las aguas de las alcantarillas. Así irían a parar directamente al mar las aguas de lluvia del casco urbano. Estas galerías aún existen y cumplen una importante función en la Málaga actual.


Hay que resaltar que las relaciones de Ramos Medina con el cabildo catedralicio estuvieron siempre cargadas de tensiones y problemas. En 1763, llegado el momento de realizar la unión de la parte nueva de la basílica con la antigua en la zona del crucero, el plan de Medina para ejecutar esta última fase de las obras no consiguió la aprobación de los capitulares, que decidieron recabar un informe del ingeniero militar José Lacroe, encargado por entonces de las obras del puerto.


Este informe fue contrario al plan propuesto por Ramos, ante lo cual el Cabildo solicitó al rey que enviara un arquitecto que fuera hábil en este tipo de construcciones. El designado fue Ventura Rodríguez, que en aquellos momentos se ocupaba de la construcción de la capilla del Pilar en la Basílica de Zaragoza.


En 1782, con la aplicación del arbitrio de la Catedral a infraestructuras, se paralizan las obras y Ramos, que ya contaba con 80 años, mandó un escrito al cabildo catedralicio en el que exponía que habiendo cesado la obra desde el 17 de julio, se le conservase la mitad de su sueldo como jubilación. Desgraciadamente ese mismo año falleció.


En 1729, Antonio Ramos había contraído matrimonio con Salvadora Baguer y del matrimonio nacieron cinco hijos, cuatro de los cuales profesaron votos en la Iglesia Católica. El llamado arquitecto de la Catedral llegó a poseer una extraordinaria biblioteca, con valiosos tratados de arquitectura y construcción. Sus amplios conocimientos le permitieron escribir una obra titulada ‘Sobre la gravitación de los arcos contra sus estribos y sobre el cálculo para la resistencia de éstos’.


Por último añadir que el inicio de las obras de la Catedral de Málaga, una de las principales joyas del Renacimiento español, se sitúa en 1487, año en el que la ciudad de Málaga fue conquistada por las tropas castellanas. Fue entonces cuando la Mezquita Aljama se convirtió en Catedral de la Encarnación. Por lo que la construcción del templo, aún inacabado, se prolongo durante siglos. Una tardanza que se puede generalizar a todos los grandes proyecto de la ciudad, también en la actualidad.

jueves, 25 de marzo de 2021

La epidemia de peste de 1583

 

La ciudad de Málaga sufrió un gran número de epidemias durante todo el siglo XVI pero entre los años 1582 y 1583 padeció uno de los más importantes brotes epidémicos de la centuria, afectando no sólo a la ciudad sino también a muchos pueblos, incidiendo dramáticamente en su población y provocando un gran quebranto económico. Algunos autores consideran que la peste se encontraba instalada en Málaga desde el verano de 1581, disminuyendo el número de enfermos durante los meses de invierno y alcanzando su máxima intensidad en marzo de 1583.


El cabildo catedralicio tuvo un papel destacado contra la edpidemia.


Esta periodicidad se puede comprobar con los acuerdos adoptados por el cabildo catedralicio el día 12 de septiembre de 1582, cuando se pone de manifiesto que se había determinado hacer un hospital para curar a los enfermos con tumoraciones, quedando patente que la enfermedad se encontraba activa en la ciudad desde ese momento.


Las Actas Capitulares son una fuente excelente para ilustrar las graves circunstancias que vivieron los malagueños y sus autoridades que intentaron detener la propagación de la enfermedad. Una larga serie de medidas intentaron mejorar las condiciones de los ciudadanos, pero no impidieron que, ante la falta de eficacia de tratamientos médicos, las victimas ascendieran en gran número.


La avalancha de gastos motivados por la epidemia hará que el Ayuntamiento de Málaga se viera obligado a solicitar socorro de la Corona para poder costear las numerosas deudas ocasionadas por el mantenimiento de los hospitales. Según el concejo, los gastos ascendían a más de 5.000 ducados, entre los pagos al boticario y los salarios de cirujanos, médicos, barberos y personas que habían asistido a los enfermos durante el contagio.


Tras casi dos años de enfermedad y cerca de 12.000 personas afectadas entre muertos y enfermos, la ciudad vuelve a recuperar la salud y su actividad con un balance de graves consecuencias tanto personales como económicas.


La pérdida de población, cargos públicos vacantes, endeudamiento del concejo, interrupción de la actividad económica con la consecuente crisis de abastecimiento en Málaga y todos los pueblos de su jurisdicción, serían las consecuencias del azote de la plaga.


El brote epidémico se consideró concluido el 14 de agosto de 1583, cuando el portero de la ciudad llama a cabildo por orden del corregidor para informar a todos los caballeros del buen estado de salud que había y tratar de las fiestas que se debían hacer para dar gracias a Dios por el fin de la epidemia. Acordándose igualmente informar al Obispo para que, a su vez, diera las órdenes oportunas para realizar una procesión el día de San Roque. Unos meses después, el 18 de enero de 1584, el cabildo malagueño acordó celebrar fiesta el día de San Sebastián en conmemoración de la salud de la ciudad y la liberación de la peste.