Mastodon Málaga y sus historias: María Zambrano
Mostrando entradas con la etiqueta María Zambrano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta María Zambrano. Mostrar todas las entradas

martes, 26 de abril de 2022

La estación ferroviaria de los ‘Andaluces’ (y II)

 

En 1936, durante la Segunda República, ‘Andaluces’ fue incautada por el Estado debido a sus problemas económicos, y asignada la gestión de sus infraestructuras a la Compañía Nacional de los Ferrocarriles del Oeste. Esta situación no duró mucho, ya que en 1941, con la nacionalización de todos los ferrocarriles de ancho ibérico, la estación pasó a manos de RENFE. Bajo su gestión se sustituyó paulatinamente la tracción vapor por máquinas diésel y eléctricas.


Estación de Málaga en 2003.


Desde 1975, tras la inauguración de la línea Málaga-Fuengirola, la estación dispuso de servicios de cercanías que la unían con Fuengirola y otras localidades.

Siguiendo la estela del Primer Plan de Modernización de Estaciones emprendido por RENFE entre 1986 y 1990, las instalaciones de Málaga fueron sometidas a un remozamiento general durante el año 1989. El andén principal fue reformado para que ejerciera como patio de viajeros, al tiempo que se creó un jardín artificial junto a la entrada.

De cara a la construcción de la línea de alta velocidad Córdoba-Málaga, tras el año 2000 se procedió a acondicionar Málaga para la llegada de la nueva línea férrea y construir una nueva estación de ferrocarril. A partir de 2003 comenzaron las obras, siendo inaugurada en noviembre de 2006 la nueva estación de María Zambrano. Como consecuencia de los trabajos emprendidos, buena parte del antiguo recinto ferroviario fue derruido o modificado, con excepción de algunas partes que sí fueron conservadas.

La estación de Málaga constituía un amplio complejo ferroviario, en el que existían un gran número de instalaciones. Además del monumental edificio de viajeros, había un depósito de locomotoras, talleres, depósitos de agua, oficinas de administración, muelles de mercancías, playa de vías, entre otras. Las instalaciones técnicas se encontraban situadas a un lado de las vías, al norte, mientras que los muelles de carga y las instalaciones de mercancías se encontraban al otro lado, al sur de la estación.

Históricamente, en Málaga se situaba el depósito titular de locomotoras de la línea Córdoba-Málaga, del cual dependían las reservas de locomotoras de Bobadilla y La Roda. Dicho depósito contaba con una rotonda giratoria de 18 metros de diámetro y con unas amplias cocheras, con 19 vías bajo cubierta, una vía al descubierto y dos vías de acceso. Estas instalaciones se completaban con unos talleres para la reparación de locomotoras, situados junto a las cocheras y con dos vías de acceso.

La estación de Málaga era de carácter terminal, construida en fondo de saco. Entre las vías y andenes se hallaban dos pabellones de doble piso que albergaban oficinas, despacho de billetes, salas de espera, entre otros servicios. La playa de vías se encontraba cubierta por una marquesina metálica, que también presidía la fachada, que había sido levantada en 1863 por el ingeniero Antonio Arriate. Tras el derribo de la estación, en la actualidad solo se conservan los citados pabellones, que están protegidos como Bienes de Interés Cultural (BIC).

La retirada de la histórica marquesina, en octubre de 2003, generó una larga polémica ante la oposición de diversas entidades. La Junta de Andalucía la inscribió en el Catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz en 2005, si bien para aquella fecha ya había sido retirada. Coincidiendo con la celebración del 150 aniversario de la llegada del ferrocarril a Málaga, en 2015, la comisión de Urbanismo del Ayuntamiento de Málaga aprobó su restauración y recuperación para ubicarla en un lugar cercano a donde se encontraba. Sin embargo, el Ayuntamiento más tarde declaró no tener espacio para ello.

lunes, 25 de abril de 2022

La estación ferroviaria de los ‘Andaluces’ (I)

 

La antigua estación de Málaga fue la principal terminal ferroviaria de la ciudad durante casi un siglo y medio. Constituía la terminal de la línea Córdoba-Málaga y permitía el enlace ferroviario de Málaga con el resto de España.

Construida originalmente durante la década de 1860, con el tiempo se conformó a su alrededor un importante complejo ferroviario que disponía de numerosas instalaciones. La estación de Málaga llegó a ser una de las más importantes de Andalucía, contando con conexiones ferroviarias a Córdoba, Sevilla, Utrera, Granada, Linares o Algeciras. Tras su derribo parcial, en 2003, en la actualidad sus funciones han sido asumidas por la moderna estación de Málaga-María Zambrano.


Estación del Ferrocarril en 1940.


Desde la década de 1850 hubo diversas iniciativas para establecer un ferrocarril que conectase Málaga con Córdoba. No sería hasta 1861, año en que se constituyó la Compañía del Ferrocarril de Córdoba a Málaga, cuando se materializaron estos planes y se puso en marcha la construcción de dicha línea férrea. También se emprendió la construcción de una estación en Málaga. Las primitivas instalaciones fueron inauguradas en septiembre de 1862, en un acto que contó con la presencia de la reina Isabel II.

En aquel momento la estación tenía un aspecto provisional, con una estructura más parecida a la de un apeadero. Las obras fueron llevadas a cabo por la citada Sociedad del Ferrocarril de Córdoba a Málaga, siendo completada la estación algún tiempo después. Finalmente, la línea Córdoba-Málaga sería inaugurada en 1865 permitiendo la conexión con otras capitales andaluzas.

En 1877 la estación pasó a manos de la recién creada Compañía de los Ferrocarriles Andaluces, entre cuyos accionistas estaba Jorge Loring. Pasado un tiempo la nueva propietaria decidió instalar en el complejo ferroviario de Málaga los talleres principales de la red de ‘Andaluces’ lo que aumentó la importancia de la estación. También se estableció un depósito de locomotoras, que fue el depósito principal para la línea Córdoba-Málaga. Además, en 1888 se construyó un ramal que iba de la estación al Puerto.

Próxima entrada: La estación ferroviaria de los ‘Andaluces’ (y II) 


martes, 24 de marzo de 2020

María Zambrano, doctora ‘honoris causa’

El 19 de diciembre de 1982 la filósofa María Zambrano es nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Málaga, un año después de haber obtenido el premio Príncipe de Asturias.

María Zambrano tomó posesión el 24 de marzo de 1987, en su domicilio madrileño, del título que le había concedido la universidad malagueña cinco años antes. Fue un acto breve y emotivo. La autora de Filosofía y poesía y Claros del bosque, ataviada con un ligero vestido negro y un chal blanco, prometió fidelidad a la universidad y dio las gracias a los asistentes. En tres ocasiones anteriores, la ceremonia de imposición había sido pospuesta debido al precario estado de salud de la escritora, nacida en Vélez-Málaga y que contaba entonces con 82 años.

María Zambrano.
Tras las palabras de Juan Fernando Ortega, profesor titular de Filosofía de la universidad malagueña, la escritora María Zambrano se ciñó a sí misma el birrete azul celeste sobre su cabellera blanca y ondulada de leves tonos rojizos. Posó por un momento para los fotógrafos y las cámaras de televisión.

Había escuchado sentada el parlamento del profesor malagueño, mientras las autoridades académicas permanecían en pie. Un ligero gesto del rector, José María Martín Delagado, impidió que se levantara para la imposición del birrete, y ella misma se lo ciñó, ladeándolo ligeramente. Más tarde, el rector malagueño repitió la ceremonia y pronunció unas palabras de agradecimiento y afecto.

Se trató del segundo gran homenaje a "uno de los pensadores más profundos y originales que ha dado España durante el siglo XX", como afirmó Juan Fernando Ortega. El anterior reconocimiento fue la concesión del Premio Príncipe de Asturias en 1981, cuando aún estaba en el exilio.

María Zambrano salió de España en 1939; residió en Francia, Estados Unidos, México, Cuba, Puerto Rico y Suiza hasta su regreso, el 20 de noviembre de 1984. Fueron, por tanto, 45 años de ausencia, durante los que no dejó de escribir sobre su país: Los intelectuales en el drama de España (1937), La España de Galdós (1960), España, sueño y verdad (1965).

A su regreso declaró: "¿Volver a España? Yo nunca me he ido". Considerada por el filósofo rumano Cioran como la más original creadora de los discípulos de Ortega, su pensamiento y su palabra precisa y luminosa no dejaron nunca de producir obras en las que relaciona disciplinas y profundizó en la filosofía, la estética, la religión y la poesía. Ya en 1955, Zambrano comenzaba su ensayo El hombre y lo divino con la siguiente frase: "Una cultura depende de la calidad de sus dioses".

María Zambrano miraba el día de su merecido homenaje asustada al repleto salón de su casa. Una cincuentena de personas, entre amigos -muchos poetas- y periodistas, asistieron a casual autoimposición como autoridad académica.

PUBLICIDAD

Dos libros imprescindibles https://amzn.to/2PVjEzb




lunes, 22 de octubre de 2018

Nace María Zambrano

El día 25 de abril de 1904 nace en Vélez-Málaga (Málaga) la filósofa María Zambrano. Hija del pedagogo Blas José Zambrano, tan sólo permanecería tres años en su tierra natal ya que su familia se trasladó a Jaén y luego a Segovia, ciudad donde cursó el bachillerato y a la que años después dedicaría un ensayo, y donde su padre fue contertulio y colega de Antonio Machado, siendo profesor de la cátedra de Gramática Castellana en la Escuela Normal de Magisterio

En Madrid estudia Filosofía, asistiendo, durante los años 1924-27, a las clases de Ortega y Gasset, de García Morente, de Julián Besteiro y de Xavier Zubiri, integrándose en los movimientos estudiantiles y colaborando, a partir de 1928 en distintos periódicos.


María Zambrano. Foto: Fundación María Zambrano.

Trabajó como profesora en la Universidad de Madrid. Contrae matrimonio en 1936 con Alfonso Rodríguez Aldave, secretario de Embajada de España en Santiago de Chile. Tras la Guerra Civil española se exilió en México donde enseña filosofía en la Casa de España y fue profesora de la Universidad de Morelia, después viaja a La Habana (Cuba), en cuya universidad enseñó durante varios años y posteriormente en la Universidad de Puerto Rico. Residió en Italia y en Suiza antes de su regreso a España.

María Zambrano fue muy crítica con el pensamiento europeo de los siglos XVIII y XIX, el cartesianismo y el racionalismo que, según ella, condujeron a los desastres del XX. Su obra refleja algunas ideas de la filosofía de Ortega. Para ella, la filosofía es un acontecimiento y no sólo un problema. Pensaba que los problemas filosóficos no son sólo problemas técnicos, sino más bien misterios o símbolos que es necesario desvelar. Sostenía que la filosofía sería una tarea de construcción e interpretación de símbolos.

 Uno de sus temas fundamentales es el análisis de lo que denomina "razón poética", como aparece en Claros del bosque (1977). Afirmó la relevancia de lo que denomina el "saber del alma", que queda unido a su reflexión sobre la esperanza y sobre la urgencia de lo divino en la vida humana. Ejemplos de esto último serían Hacia un saber sobre el alma (1950) y El hombre y lo divino (1955). Entre el resto de su obra destacan: Filosofía y poesía (1939), La agonía de Europa (1945) o El sueño creador (1965). En 1993 se publicó una antología, La razón de la sombra, de su obra completa.

Terminada la guerra, entre silencio y exilio Zambrano optó por el exilio. Eso la condenó al ostracismo en su país hasta que se restauró la democracia. En un texto inédito publicado en la obra colectiva Pensadoras del siglo XX, coordinada por Amelia Valcárcel (Instituto Andaluz de la Mujer, 2001) dice: "Para mí el exilio fue fecundo, pues que me dio libertad de pensar y la angustia económica que en España no habría tenido, pues habría ganado fácilmente una cátedra, pero me hubiera conformado, atada como si fuera una artista, como Picasso, que al encontrarse fuera de España abrió las alas". Sólo volvió en 1984, vestida con un largo abrigo blanco.

Antes, en 1981 y en plena ola de peticiones para que regresara (se lo pide la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Vélez-Málaga -que le ofrece vivienda-, se lo piden los intelectuales), ella había dicho que le costaba, no sabía por qué: "Es que es terrible volver al cabo de tanto tiempo. Yo siento la llamada. Yo quiero ir. Pero lo que no quiero es tirarme por la ventana. Hay algo que todavía se resiste (...) Que sea lo que Dios quiera".

En 1981 se le otorga el Premio Príncipe de Asturias. En 1988 le fue concedido el Premio Cervantes de LiteraturaMaría Zambrano falleció el 6 de febrero de 1991 en Madrid.