Mastodon Málaga y sus historias: anarquista
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lunes, 31 de marzo de 2025

Las sociedades secretas en la Málaga del siglo XIX

 

En la Málaga del siglo XIX, las sociedades secretas jugaron un papel importante en la política, la economía y la cultura. Estas organizaciones, muchas de ellas con raíces en la masonería o en movimientos revolucionarios, reflejaban el clima de inestabilidad de la época, marcado por las luchas entre liberales y absolutistas, las Guerras Carlistas y las tensiones derivadas de la industrialización.


Sede de la Respetable Logia Sol.


La masonería tuvo una fuerte presencia en Málaga durante el siglo XIX, especialmente entre las élites ilustradas, comerciantes y militares. Se organizaban en logias que funcionaban como espacios de sociabilidad, donde se debatían ideas progresistas y republicanas. Estas logias a menudo servían como plataformas para la conspiración política y la resistencia al absolutismo.

Durante el Trienio Liberal (1820-1823) y la Revolución de 1868, Málaga fue un foco de actividad revolucionaria. Se crearon sociedades clandestinas para promover el constitucionalismo y la lucha contra el absolutismo de Fernando VII. Algunas de estas organizaciones tenían conexiones con los carbonarios y con la Sociedad de los Comuneros, inspiradas en los movimientos secretos italianos y franceses.

Con la industrialización creciente en Málaga, surgieron también sociedades obreras que, en muchos casos, operaban de manera semiclandestina. Estas agrupaciones buscaban mejorar las condiciones laborales y salariales, promoviendo huelgas y acciones de resistencia contra los empresarios. La Primera Internacional tuvo cierta presencia en la ciudad en la segunda mitad del siglo XIX.

La Sociedad de los Hijos del Pueblo, fundada en 1865, fue una organización anarquista y secreta tenía influencia en Málaga y otras regiones de Andalucía. Se inspiraba en los principios bakuninistas y promovía la lucha directa contra el Estado y la burguesía.

En conclusión, las sociedades secretas en la Málaga del siglo XIX fueron una herramienta para la resistencia política, el avance del pensamiento liberal y el desarrollo del movimiento obrero. Su impacto se dejó sentir en los cambios políticos y sociales que marcaron la evolución de la ciudad en esa época.

viernes, 9 de junio de 2023

El médico malagueño que proclamó la república catalana

 

José García Viñas, hijo de un librero y editor malagueño, se marchó a Barcelona, para estudiar Medicina y el 5 de marzo de 1873 declaró el «Estado catalán federado con la República española». Las aspiraciones de proclamar una república en Cataluña no son nuevas. Pero el primer intento de crear un estado independiente no lleva el apellido de ningún catalán, ni de ningún nacionalista. Un malagueño, y de ideología anarquista, fue el protagonista de este primer intento de un estado catalán, pero dentro de la república federal española.


José García Viñas.


El breve reinado de Amadeo I de Saboya dio paso a la I República, el 11 de febrero de 1873. Un mes después, el 5 de marzo, un malagueño pasaría a la historia al proclamar la república catalana. Solo duró dos días, pero el nombre del médico anarquista José García Viñas, nacido en Málaga en 1848 quedó así unido a los movimientos separatistas que se han sucedido desde entonces y hasta la actualidad. Ese día, un grupo de políticos, dirigidos por el entonces aún estudiante de medicina malagueño y por el médico socialista francés Paul Brousse, y apoyados por unos 16.000 voluntarios, proclamaron en el Ayuntamiento de Barcelona el «Estado catalán federado con la República española». Tras dos días de negociaciones con el Gobierno central, encabezado por el presidente de la República Estanislao Figueras, se revocó la proclamación.

Como ya se ha señalado, José García Viñas nació el 3 de noviembre de 1848 en Málaga. Era hijo de un conocido librero y editor progresista, José García Taboada. Otras fuentes indican, en cambio, que era artesano sombrerero y que luego se pasó a la edición. José se trasladó a Barcelona para estudiar Medicina. Estudiando en Cataluña, se incorporó al núcleo barcelonés de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), una organización de corte anarquista. Sus ideas revolucionarias quedaron plasmadas en su propio discurso para optar al grado en Medicina y Cirugía, que presentó el 30 de octubre de 1876 y que fue impreso un año más tarde en la librería familiar, que entonces se encontraba en el número 1 de la calle Molina Lario, con fachada a la calle de Granada y a la del Duque de la Victoria.

García Viñas tituló su trabajo «Apuntes para el estudio médico-higiénico de la miseria». Relacionaba la situación de miseria de las personas con la prostitución, la embriaguez o el hambre. Los que viven en la miseria «contraen enfermedades, mueren antes y comprometen la salud general», escribió, sosteniendo que «la salud general es la base del engrandecimiento intelectual y material de los pueblos», pues … «sin ella ni bien ni dicha existen; por esto el lema indeleble de médicos y legisladores ha de ser «salus populi, suprema lex»».

García Viñas que era amigo de Bakunin y de Kropotkin, director de La Federación y La Revista Social, se mostró siempre dispuesto a la acción, siendo partidario de tácticas insurreccionales. La circunstancia de que no fuera obrero, y que por tanto no estuviese sujeto a una rigurosa jornada laboral, facilitó que se convirtiera en el eje de lo que quedaba de la Federación Regional Española -la sección española de la I Internacional anarquista en el periodo 1874-1881, y que redactara prácticamente casi todos los proyectos, memorias y resoluciones de aquellos años.

Más adelante abandonó el movimiento a finales de 1880, debido a discrepancias ideológicas con Rafael Farga i Pellicer y con Josep Llunas i Pujols (partidarios de la acción legal y sindical), las críticas por el carácter aparentemente autoritario de su gestión, y por las reticencias generadas por el hecho de practicar una profesión no manual.

José García Viñas regresó a Málaga después de abandonar la militancia anarquista y se dedicó durante unos años al ejercicio privado de la medicina. En 1894, durante la huelga de La Industrial Malagueña, fue encarcelado en Málaga, el fundador del Partido Socialista, Pablo Iglesias. Estuvo en prisión un total de cuarenta días repartidos en dos períodos, uno en noviembre y el otro del 16 de diciembre al 12 de enero de 1895. García Viñas fue el médico que le atendió en aquellos momentos.

En 1902 ganó la plaza de médico de la Beneficencia Municipal de la ciudad de Melilla, de la que fue director así como del hospital de la Cruz Roja de esa ciudad. En 1931, ya jubilado, fue elegido concejal de Melilla. García Viñas murió el 7 de septiembre de 1931 en Melilla a la edad de 83 años y fue enterrado civilmente acompañado por una representación de obreros de diferentes gremios. Este entierro celebrado el 8 de septiembre, se convirtió en una multitudinaria manifestación de duelo de todos los sindicatos y partidos de izquierda de la ciudad autónoma de Melilla.


lunes, 13 de junio de 2022

El poeta bohemio que fue fusilado

 

Pedro Luis de Gálvez, poeta, narrador, ensayista, periodista, pintor, anarquista y agitador político, nacido en Málaga el 3 de mayo de 1882 y fusilado en Madrid el 20 de abril de 1940, era hijo de un general carlista muy religioso quien decidió ingresar a su hijo a la fuerza en el seminario de Málaga, dirigido entonces por los jesuitas, pero se fugó del mismo. Capturado por la Guardia Civil regresó a casa. Tras una corta estancia familiar en Albacete, la familia recaló en Madrid en 1898.


Pedro Luis de Gálvez con sus hijos.


Opositó para ingresar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, sacando el número 2 e ingresó en la prestigiosa institución, pero sus relaciones con las modelos, a las que pretendía seducir, motivaron su expulsión. Su padre le ingresó entonces, con 16 años, en el correccional de Santa Rita, donde, hostigado por la crueldad de la disciplina, empezó a escribir poesía y abrazó los ideales anarquistas. Fue también expulsado, después de destrozar la capilla y amenazar al capellán con un martillo. Al salir del correccional, empezó a trabajar como actor en el Teatro de la Comedia, pero su padre subió al escenario y le sacudió una paliza, por lo cual le expulsaron también del teatro madrileño. Entonces huye de su padre a París, donde mendiga, y vuelve luego otra vez a España en 1905 donde inicia una serie de conferencias sobre anarquismo en Andalucía.

En 1920, en Sevilla, conoce a Jorge Luis Borges encandilando al escritor argentino y llegar a ser el protagonista del poema "Pedro-Luis en Martigny", incluido en la obra Textos recobrados de Borges.

A su paso por la actual Peñarroya-Pueblonuevo, localidad minera al norte de Córdoba, es detenido por la Guardia Civil por ser un “peligroso revolucionario”. juzgado en Cádiz por un consejo de guerra, que le declara “reo de lesa majestad y culpable de injurias al Ejército” y es encerrado en el penal de Ocaña. Allí escribe un librito de narraciones, que envía al concurso nacional de cuentos del periódico El Liberal, y lo gana. Posteriormente, cuando el jurado descubre la condición de presidiario del autor, sus miembros , entre ellos Ramón Gómez de la Serna, airean el asunto y consiguen el perdón del Gobierno. Estos hechos le proporcionan popularidad y se le abren muchas puertas. El periódico El Liberal le ofrece su corresponsalía en Melilla, pero los escándalos que protagoniza le obligan a dejarlo y vuelve a Madrid.

Su primer amor formal fue una madrileña, Carmen Sanz, con la que tuvo un hijo que nació muerto y del cual escribió Pío Baroja en La caverna del humorismo señalando que iba por los cafés con el niño muerto en una caja pidiendo dinero para enterrarlo. Sin embargo, el propio Gálvez atribuyó esa mentira a Emilio Carrere y aseguró que fue el aragonés Benigno Varela quien pagó el enterramiento, una cajita de madera y algunas flores. Según su versión lo único que le pidió a Carrere fue algo de dinero para alquilar un coche en el que llevar a su madre hasta el cementerio de la Almudena. Después se casó con la malagueña Teresa Espíldora Codes, con quien tuvo dos hijos. Los mantuvo dando sablazos a diestro y siniestro, lo que le proporcionó fama de sablista consumado, llegando a escribir hasta un tratado sobre el tema, El sable. Arte y modos de sablear y una gran ristra de anécdotas.

En el Madrid de la Guerra Civil, y pese a su militancia anarquista, albergó en su casa al escritor reaccionario Ricardo León y salvó la vida a Ricardo Zamora, guardameta internacional español, alertando además a varios escritores, entre ellos Emilio Carrere, Pedro Mata Domínguez y Cristóbal de Castro, con lo que evitaron su detención.

Al finalizar la guerra, el escritor y periodista Enrique Larreta quiso llevarse a Gálvez a su país, Argentina, y Rufino Blanco Fombona insistió en que se exiliase a Venezuela. Gálvez se negó a salir de España, pues decía que no tenía nada que temer si no había cometido ningún delito. Aunque tras la contienda civil se le abrió un proceso que le condenó a la pena capital víctima de una delación anónima. Olvidado por muchos de los que ayudó en momentos difíciles de la Guerra Civil, que no fueron a testificar en su favor, fue condenado a muerte por un Consejo de Guerra el 5 de diciembre de 1939 por “conspiración marxista y otros cargos más” entre los que se contaba “la muerte de varias decenas de monjas”, sin especificar. No se le comunicó la sentencia, de forma que cuando tanto León como Zamora intentaron intervenir en su favor ya era demasiado tarde y murió ante un pelotón de ejecución en la cárcel de Porlier (Madrid) el 20 de abril de 1940. Hay que reseñar que como poeta no dejó de poseer una rara originalidad y calidad, destacando como un gran sonetista.

lunes, 21 de febrero de 2022

El anarquista que tuvo en jaque a la policía

 

En este mismo blog se ha abordado en distintas entradas el fenómeno del anarquismo en Málaga cuyos militantes aparecieron implicados en distintas acciones sindicales y terroristas, como el atentado perpetrado contra el diario conservador La Unión Mercantil el 22 de junio de 1920 en el que resultaron heridos de gravedad varios trabajadores. Aunque tras el atentado fueron detenidos y luego puestos en libertad significados dirigentes sindicales, las investigaciones policiales determinaron que el inductor de la acción terrorista habría sido Paulino Díez Martín que luego también sería detenido.

Paulino Díez Martín fue uno de los militantes del anarcosindicalismo casi anónimo que, sin embargo, formaron parte del entresijo del anarquismo en la Península Ibérica y exponente de los que tenían como ideal un mundo mejor y como objetivo un mejor reparto de la riqueza entre los hombres. Paulino Díez nació en Burgos el 4 de mayo de 1892. A los 14 años, siendo aprendiz, ingresa en la Sociedad de Carpinteros y Ebanistas situada en la calle Puebla de la citada ciudad y dos años después, a los 16, es elegido vocal de dicha sociedad, cargo que ocupó hasta 1910 que es cuando parte junto con su hermano hacia Melilla en busca de trabajo. Aunque su activismo sindical tuvo como escenario diferentes ciudades españolas, especialmente Melilla, Sevilla y Barcelona, aquí se aborda su relación con Málaga.


Paulino Díez, Aurea Cuadrado, de Mujeres Libres, y su hijo Panamá.


En 1916, en Melilla, el grupo anarquista del que formaba parte Paulino decide denunciar la situación del contrabando, que en ese momento existía entre comerciantes y el Gobierno Militar, lo que provocó un gran escándalo. Escándalo que terminó con la destitución del gobernador militar Federico de Monteverde. Como consecuencia del escándalo del contrabando, en octubre de 1916 Paulino sufre un intento de atentado, pero logra refugiarse en un barco anclado en el muelle melillense, “El Sister” y viajar a Málaga.

Sobre las vicisitudes de Paulino Díez Martín en Málaga en los años inmediatamente anteriores al régimen de Primo de Rivera, hay que decir que una vez en la capital malagueña, en 1919, desarrolla una intensa labor propagandística y huelguística que le supuso innumerables expulsiones, detenciones y encarcelamientos. En julio de 1924 se vio obligado a partir hacia Cuba, donde pasó 3 años y 4 en Estados Unidos, regresando a España tras el establecimiento de la II República. En 1919 entra en contacto con la marina mercante, que está en huelga, por lo que será detenido junto a un capitán vasco, lo que motivará que los compañeros convoquen una huelga general de todo el Puerto de Málaga, pero será puesto en libertad pocos días después por orden del gobernador civil. También en Málaga empezó a organizar los sindicatos anarcosindicalistas de la Madera, Construcción y Transporte. Meses después se inicia una huelga de dependientes del comercio y de nuevo Paulino será detenido y más tarde de nuevo puesto en libertad. En diciembre del 19 participa en el Congreso de la Comedia de Madrid, en representación de los sindicatos de Málaga.

En mayo de 1920 será expulsado de la ciudad por el gobernador Dámaso Gil Municio, por lo que se traslada a Sevilla con nombre falso, se hacia llamar José Pérez, para encontrar trabajo en una carpintería. En julio es detenido en su casa sevillana de la calle Enladrillada al encontrarle una carta que la policía relaciona con el ya citado atentado de junio contra el periódico La Unión Mercantil de Málaga.

Desde la prisión malagueña organiza una campaña de prensa que llevaba por título “cómo se fraguan los procesos contra la organización obrera”. También desde la misma prisión organizará su propio comité de defensa confederal. En este proceso por el atentado contra La Unión Mercantil Paulino contará con los abogados José del Río y Francesc Layret. El juicio se inició el 16 de octubre de 1920 contra los acusados. Al tercer día de iniciar el proceso los sindicatos declararon la huelga general en Málaga y provincia.

El letrado Layret hizo una argumentación tal del anarquismo que un cabo de artillería, que se encontraba en la sala, no pudo más que gritar ¡viva la anarquía!, por lo que los compañeros anarquistas tuvieron que esconder su identidad para que no fuera detenido. Todos los acusados quedaron absueltos. Una gran multitud llevó en hombros a Layret hasta su hotel dando vivas a la CNT.

Ya en 1922 regresa a Melilla, después de sucesivas vicisitudes, volverá a ser detenido el 10 de agosto y enviado a Málaga, donde le espera la policía, y pasará 10 días en la cárcel. A la salida de la prisión se encuentra con la huelga del muelle del puerto, convocada por toda la CNT, a la cual se unió, saboteando a los esquiroles, por lo que fue detenido de nuevo junto a otros compañeros, entre ellos todo el comité de huelga, por lo que Gobernación prohibió las visitas familiares para aislar a los huelguistas. Al mismo tiempo en la cárcel entraban 16 compañeros campesinos de Churriana acusados de agredir a esquiroles en una huelga que ya duraba 4 meses.

A partir de ese momento el activismo sindical del anarquista siguió su desarrollo en distintos puntos de la geografía española. Paulino Díez falleció exiliado en la ciudad de Colón (Panamá) en 1980.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

La otra cara del ‘carnicerito’ de Málaga

 

Originalmente el apodo de Carlos Arias Navarro era ‘Carnicero de Málaga’ pero se convirtió en ‘Carnicerito’ a secas tras la publicación el 19 de mayo de 1977 del artículo ‘Carlos Arias, Carnicerito de Málaga’ dentro de una serie de semblanzas de personajes políticos de actualidad redactadas en clave taurina por el periodista Francisco Cerecedo y publicadas en Diario 16, y que le valió al periodista una querella presentada por Arias Navarro contra él y contra Miguel Ángel Aguilar, director de la publicación.


Carlos Arias Navarro.


Nacido en Madrid el 11 de diciembre de 1908, Carlos Arias Navarro, fue estudiante en las Escuelas Pías de la capital; ejerció como abogado y notario, logrando el doctorado por la Universidad Central de Madrid. Trabajó en la dirección general de Registros y Notarias, siendo su jefe Manuel Azaña. Consigue por concurso público el cargo de fiscal y es destinado a Málaga en 1933 cuando ya estaba proclamada la República en España.


Para Arias Navarro, estos años de estancia en la ciudad andaluza fueron muy complicados. El joven fiscal ya se había caracterizado por su carácter recio y autoritario, apenas salía y solamente se dedicaba a su trabajo y a su fervor religioso.

Lo del apodo de ‘Carniceritoera debido al cierto aspecto de torero, con su bigotillo y su mirada fría, a lo que se unía su facilidad para enviar a la tumba los enemigos del Régimen.


Tres años llevaba en la Fiscalía, cuando el 18 de julio sus correligionarios se sublevaron en armas contra la República. Debido a sus ideas y a su afinidad con los sublevados, fue sustituido del cargo de fiscal. Para evitar su detención pensó que para seguir manteniéndose en territorio hostil, la mejor manera era la de unirse al enemigo.


Para ello ideó la forma más segura de subsistir en zona roja por lo que se hizo pasar por anarquista. Entonces, no dudó en hacerse ver acompañando a patrullas anarquistas de orden público, fingiendo ser un miembro más de ellas.


Además Arias Navarro se había ganado la amistad de bastantes personas de influencia entre partidos y sindicatos, entre ellas la de un camarero que pertenecía a la CNT y que tenía gran reputación dentro de la federación sindical. Otro de los amigos de Arias Navarro era un miembro anarquista, componente de una de las patrullas que actuaron al inicio de la guerra, el cenetista Juan Castro, al que acompañó Arias Navarro varios días en las salidas encubiertas que realizaba el joven fiscal disfrazado como uno más de sus miembros.


Al tiempo se dedicaba a realizar periódicamente transmisiones de radio a sus compañeros en Sevilla, estos informaban personalmente a Queipo de Llano de los acontecimientos en la ciudad, la actividad portuaria y objetivos para ser bombardeados.


Cuando se vio en peligro, le pidió ayuda a su amigo republicano, el presidente de la Audiencia de Málaga Atilano Lorente González, que lo mantuvo escondido en una pensión situada en el centro de Málaga, hasta que el 23 de octubre y a consecuencia del bombardeo que destruyó varios edificios, entre ellos los famosos Almacenes Masó, tuvo que salir por temor al derrumbe del edificio donde se encontraba.


Ya en la calle fue reconocido por un grupo de milicianos de la FAI. Aunque en esta ocasión también logró huir y Atilano Lorente, para mantenerlo alejado de la situación bélica de la ciudad, le buscó refugio por medio del juez Felipe Varea Viniegra, en el municipio de Pizarra, en casa de su hijo Pelayo Varea Rodríguez, que ocupaba el cargo de secretario municipal en este pueblo.


En diciembre de 1936 Arias Navarro fue descubierto; detenido por un grupo de milicias es conducido a Málaga, en el viaje hasta la capital le acompañaba Pelayo Varea para evitar, según Arias Navarro, que fuese asesinado en el camino por los anarquistas.


En su breve estancia en prisión es reconocido por su amigo el camarero anarquista, que intercede por él y es puesto en libertad. Entonces Arias Navarro desaparece de la ciudad hasta febrero de 1937.


Cuando Málaga fue ocupada, el anarquista Juan Castro fue detenido por las tropas franquistas. El cenetista se quedó estupefacto al ver a su amigo y compañero de patrulla anarquista ocupando el cargo de capitán honorario adscrito al cuerpo jurídico militar del ejercito franquista, firmando innumerables sentencias de muerte.


El acompañante de Arias Navarro desde Pizarra hasta Málaga también fue detenido, nadie intercedió por él. Pelayo Varea Rodríguez fue condenado a pena de muerte, notificándose la sentencia en la cárcel de Málaga el 26 de febrero de 1937 a las doce de la noche del 2 de marzo fue fusilado.


Añadir que, haciendo honor a su apodo, en los consejos de guerra en los que actuaba de fiscal, se sabe que en ocasiones y debido al enorme trabajo por los cientos de procesos pendientes, cuando se le hacía tarde, levantando la voz y decía: “Como es muy tarde y no tenemos tiempo de deliberar, pena de muerte para los restantes”. Se le atribuye haber participado en la muerte de más de 4.300 leales al Gobierno de la República.